Vortex: la película que retrata la demencia con total honestidad

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Hay películas que nos cambian, que nos limpian, que nos hacen volver a nuestro entorno, siendo de alguna manera otros. Esto es precisamente lo que consigue Vortex.

Última actualización: 06 noviembre, 2022

Vortex es todo un experimento visual, y quizás también la más humana de la historia del cine. No hay violaciones de 8 minutos. No hay sangría que desencadene un brote psicótico. No hay fluidos demasiado explícitos en pantalla, pero es demoledor.

Estoy convencido de que ninguno de nosotros querría protagonizar el relato de locura de Noah. Vortex dista mucho de películas como El diario de Noa o Love, esta última también dura, pero con vínculos entre mayores que nos tranquiliza. Vortex nos muestra la demencia como si los protagonistas de la película vivieran en un mundo que ya no les pertenece.

Y no hay un hogar «de por vida» que sobreviva a eso. Ni siquiera un cuidador que no acaba adormeciéndose un poco para no romperse. No es pesimismo ni recreación en el dolor. Es una realidad a la que nadie querría estar cerca por su extraordinario poder destructivo, pero como lotería aparece si le apetece. Es una película que no recomiendas, pero que esperas que todos vean. Así es como la gente común se enferma y muere.

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La película que silenció a Cannes

El provocador Gaspar Noé no consiguió que la gente se levantara de la sala. El franco-argentino más provocador conmocionó a Cannes con un cambio de ritmo. De lente y narración. Una película extraordinaria que sigue los dolorosos últimos pasos de una pareja de ancianos en su apartamento de París. La crítica se rindió ante este cambio de rumbo, y no es para menos. Provocar sin transgredir es una virtud reservada a muy pocos.

Impulsado por las recientes partidas de varios amigos cercanos y su propia experiencia reciente (una hemorragia cerebral en 2019), la película se desarrolla como una historia de miedos incorpóreos. Dos ancianos se arrastran suavemente por un pequeño apartamento. Son un matrimonio protagonizado por el cineasta italiano Dario Argento y la actriz francesa Françoise LeBrun.

El marido sufre una dolencia cardíaca y trabaja duro en un libro sobre la relación entre el cine y el inconsciente, intentando abstraerse de la realidad con narraciones muy alejadas de su presente.

Ella, que se llama «Kiki», es una psiquiatra jubilada que tiene demencia, pero sigue escribiendo recetas médicas, con las que asegura que no faltan las pastillas. Esta actividad es la única que parece entretenerla. Ver las pastillas, contarlas, ordenarlas y volver a moverlas, como si sus manos quisieran tener algún contacto con su realidad. con la que siempre ha tenido.

Vortex o humanidad disipada

Tienen un hijo que los ama y les recomienda que vayan a un hogar de ancianos, donde pueden recibir atención profesional. Pero su padre se niega rotundamente: si a ella le queda algo de intelecto, dignidad y humanidad es porque todavía está en su casa. Tu hogar lo es todo. El museo de sus obras que ahora está yermo.

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Una casa llena de libros que viene a inquietar más al espectador. Un océano de conocimiento en todos aquellos libros, pinturas o piezas de arte que contrasta sobre todo con el estado cognitivo de las mujeres. Es desalentador ver cómo no hay nada que un ser humano pueda hacer para evitar su declive, no importa cuanta cultura te rodee.

A pesar de todo, se aman y se preocupan por el bienestar del otro. Pero en la vejez se han vuelto como un par de animales compartiendo la misma jaula.

Una experiencia en primer plano

La trama de Vortex despierta recuerdos ineludibles de Amour de Michael Haneke, que ganó el primer premio en Cannes en 2012. Excepto que la película de Noah es más oscura, más sucia y con menos afecto entre los protagonistas, hastiada de una manera no tan romántica. y metafórica como la del director austriaco.

La gran innovación de Noé es filmarlo todo en pantalla dividida, con dos cámaras en mano centrado en los protagonistas en todo momento. Vemos sus cuerpos encorvados y rostros doloridos en lugares con poca luz y habitaciones estrechas. No hay un final feliz para estas personas, que están hechas de la misma materia que nosotros.

En una escena, la anciana comienza a jugar en el escritorio de su esposo, solo para terminar tirando su último guión a la basura. ¿Cuál es el impacto emocional de poner en escena el estatus de la mujer? Al principio conectamos con ella, pero al final conectamos más con su marido y su desesperación. Porque son emociones humanas que todos experimentamos. Perdonamos su enfado y sus palabras.

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Sin embargo, el estado de la anciana nos preocupa, no sabemos lo que estamos mirando. Nos recuerda nuestros peores días tristes o desorientados, con migraña, lapsos de pérdida de memoria o algún daño cognitivo importante, pero reversible y recuperable. Nos recuerda, con su susurro y su trato enloquecedor a los objetos, que todos llegaremos a la vejez.

Una muerte y despedida como la que todos viviremos

Con la muerte de la reina Isabel II, gran parte del mundo fue testigo de las lágrimas de sus hijos. La noticia de una pérdida que llegó prácticamente a todos los rincones del planeta. De alguna manera, en cambio, millones de ancianos viven en condiciones de miseria, abandono y enfermedad.

Estaremos mucho más cerca de vivir esas historias, esos finales. Aunque cambie el modelo asistencial y geriátrico, así envejeceremos y moriremos.

Implica pudor social que veamos un reportaje en la televisión y no seamos capaces de preocuparnos por nuestros mayores. Es cruel y despiadado. Por eso necesitamos estas historias que nos muestren la realidad, que provoquen en nosotros un cambio social, médico y psicológico en el abordaje de los problemas derivados del envejecimiento.

Al final, sólo quedarán nuestras casas, más pequeñas o más grandes, ante la inmensidad de un cielo y un mundo en el que no somos nada para el gran público, pero somos para la humanidad. De eso se trata esta película. De no apartar la mirada de la pantalla, cuando lo que vemos no es fantasía. Son nuestras historias, simplemente interpretadas por otros.

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Gracias por leer ojodesabio.com. ¡Hasta pronto!

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