Según la ciencia, jurar es bueno para la salud

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Todos hemos oído de niños que jurar es una señal de mala educación. Sin embargo, la ciencia es clara: jurar aumenta la motivación e incluso es un rasgo de la inteligencia. ¿Cómo puede ser? Lo analizamos a continuación.

Última actualización: 06 agosto, 2022

Maldecir, maldecir, blasfemar, soltar toda una sarta de tacos floridos… ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Lo cierto es que, como revelan diversas investigaciones, jurar tiene beneficios psicológicos inesperados. Algunas tienen que ver con el simple acto de encontrar alivio y desahogo. Otros, con motivación y rendimiento físico.

De hecho, es algo que vemos en algunos deportistas. Cuando una disciplina deportiva exige al deportista realizar un esfuerzo físico concreto o superar una determinada dificultad, es habitual lanzar alguna expresión grosera. No es un acto destinado a descalificar a nadie, sino un patrón de comportamiento en el que se combina la catarsis con esa necesaria arenga hacia uno mismo. Para mejorar, para tener éxito.

En segundo lugar, Si bien es cierto que nada es tan definitorio del ser humano como el uso de estos recursos lingüísticos, no es algo que se vea con buenos ojos. Más ahora, cuando cada acción y cada pequeño gesto se mira con lupa y se hacen juicios de valor. Sin embargo, más allá de perder momentáneamente la corrección, está el alivio temporal que generan.

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Mientras no se utilicen para atacar o denigrar a nadie, jurar de vez en cuando ayuda a quien lo pronuncia.

La adrenalina a menudo nos impulsa a maldecir.

¿Cuáles son los beneficios de jurar?

Hay quienes no saben decir una oración sin incluir en ella una palabra que suene mal. Otros, en cambio, son un ejemplo de corrección y nunca dejan salir en voz alta ninguno de estos recursos, lo que no quita que, a veces, no los piensen o los digan en voz baja, entre dientes y para sí mismos.

Recurrimos a estas expresiones porque más allá de protocolos y normas sociales, proporcionar algún alivio de aquellos elementos que son potencialmente capaces de generar frustración. E insistimos, una vez más, en que estamos hablando de aquellos casos en los que jurar sirve como catarsis personal, y no como arma para descalificar a otros. Aunque también hay que señalar que incluso en aquellos casos en los que nos enfadamos con alguien, actúa como un potente canal expresivo.

Basta recordar alguna otra obra de William Shakespeare, quien siempre fue muy hábil en utilizar el lenguaje más florido sobre este tema. De hecho, en sus textos podemos encontrar expresiones como “[…] ¡fuera, hambriento, piel de duende, lengua seca, pezuña de toro, pescado seco!” Como vemos, pocos le ganan en inventiva.

Ahora veamos qué beneficios nos reporta, según la ciencia, decir palabrotas.

Este tipo de recurso expresivo actúa como analgésico

La Universidad de Keele, Staffordshire, Reino Unido, realizó un interesante estudio sobre el tema. Una cosa que pudo descubrir es que el simple acto de jurar va acompañado de una liberación de adrenalina. Esto nos permite, en determinados momentos, afrontar el dolor con mayor valentía, con mayor decisión y contundencia.

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Recurrir a este tipo de expresión actuaría como un analgésico momentáneo. Algo ideal para ese deportista que necesita hacer un último esfuerzo a pesar del dolor físico. Un dato más que llamativo que merece la pena tener en cuenta.

Se ha observado que jurar eleva el nivel de endorfinas y genera una sensación general de calma, control y bienestar.

Jurando mantener el control sobre tu realidad

Así es, hay momentos en que la vida se vuelve tan caótica que sentimos que estamos perdiendo el control. Ocurre cuando a veces las tareas en el trabajo se acumulan y tenemos la sensación de no alcanzar los objetivos. Soltar una maldición, un taco o una frase malsonante nos agarra de repente a la realidad para recibir todo un torrente de energía a nuestra autoestima.

Es como una sacudida momentánea para recordarnos que podemos manejar (casi) cualquier cosa y que podemos tener control sobre la realidad.

La imaginación para jurar revela tu inteligencia

Hay quienes tienen un don excepcional a la hora de expresar maldiciones o palabras malsonantes. Es una habilidad muy llamativa que, según un estudio realizado por los investigadores Kristin L. Jay y Timothy B. Jay, revelaría un signo de inteligencia y riqueza de vocabulario.

Esa fluidez es precisamente la que tenía William Shakespeare en la referencia dada más arriba. Sólo alguien que tiene gracia, ingenio y soltura dialéctica en esta materia consigue hacernos reír en lugar de enfadarnos. Lejos de caer en lo ordinario y lo vulgar, te puede sorprender ese dominio lingüístico.

Jurar para animarnos cuando hacemos deporte favorece la liberación de endorfinas.

Mayor motivación y determinación.

«Vamos, puedes hacerlo…». Agregar una palabrota al final de esta oración actúa como un gran motivador. Esta es precisamente la hipótesis que sustenta un estudio de la Universidad de Keele, en Staffs, Reino Unido. Maldecir, jurar, maldecir, no solo actúa como analgésico para el dolor. Además, aporta empuje, motivación y resolución a nuestra conducta..

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Sin embargo, sí, deben abordarse con sentido del humor, como una estrategia divertida que nos ayude a darnos un refuerzo positivo. Es una forma de camaradería, de ser cómplices de nosotros mismos en un momento difícil, para poder levantarnos de nuevo y actuar, triunfar, salir victoriosos…

Para concluir, si bien es cierto que rara es la persona que no ha utilizado una expresión grosera en su vida, conviene mantener el control en estos casos.

Todos recurrimos a jurar a veces. Tratemos, por tanto, de no dejarnos empañar por emociones como la ira en esos momentos. Intentemos que sea un ejercicio catártico y liberador, un recurso de exquisitas florituras, un bálsamo para el estrés y un canal para animarnos.

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