¿Por qué nos ponemos de mal humor cuando tenemos hambre?

Nuestra piel no se pone verde como la de Hulk, pero casi. Cuando el hambre arrecia en el estómago, nuestras emociones cambian y aparece el mal humor, la falta de paciencia, todo frustra y molesta… ¿Cuál es la causa de este fenómeno?

Última actualización: 11 de julio de 2022

La ciencia es prescindible para identificar ciertas asociaciones que son muy evidentes. Por ejemplo, el hambre nos pone de mal humor a casi todos.. Así, y aunque es cierto que algunos lo ocultan mejor, solo hay que observar a los más pequeños.

Lloran y muestran patrones de comportamiento negativos cuando tienen hambre. Hasta que puedan expresar por sí mismos lo que les sucede, ese instinto básico se vive de manera intensa, dolorosa y perturbadora. Ahora, también los adultos, y sin importar nuestra edad, nos vemos arrastrados por estas emociones incómodas.

No solo aparece el borborigmo. También, Sentir hambre puede desactivar nuestra pretensión de gestión inteligente de la frustración o la ansiedad. ir a. Es decir, estamos ante un fenómeno muy común, pero también único, y que bien merece un análisis en profundidad.

Algunas de las reacciones agresivas puntuales experimentadas en el trabajo pueden estar orquestadas por el hambre

Nuestro cerebro necesita “combustible” para poder regular las emociones. Cuando le faltan aportes energéticos, no domina la ira.

¿Por qué estamos de mal humor cuando tenemos hambre? Estas son las causas

Cuando nosotros o nuestros socios volvemos a casa después de un largo día de trabajo, no llegamos simplemente exhaustos. También lo hacemos enojados. Y ese malestar no siempre tiene que ver con nada de lo ocurrido en el entorno laboral. Nos sentimos de mal humor porque llevamos varias horas sin comer un solo bocado.

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Estar mucho tiempo sin que nuestro organismo haya obtenido ningún nutriente tiene un claro efecto en nuestro cerebro. De hecho, es importante saber, en primer lugar, que es el propio cerebro el que sondea continuamente las reservas energéticas y nutricionales de nuestro organismo. Cuando descubres que los niveles están bajos, se activa esa sensación fisiológica crucial: la del hambre.

Igualmente, es común que aparezca otro fenómeno, y es la imposibilidad de regular los estados emocionales cuando tenemos un gran apetito. No hay energía para ello, por lo que estados como la irritabilidad, la ira o la frustración se experimentan con mayor intensidad, pudiendo desembocar en estados como el enfado. En situaciones de hambre profunda es muy difícil controlar nuestra negatividad.

Aunque nuestro cerebro constituye solo el 2% de nuestro peso corporal, utiliza del 20% al 30% de toda nuestra energía.

La clave está en la bajada de glucosa

Un estudio realizado en la Universidad de Guelph en Canadá analizó la relación entre el hambre y nuestro estado de ánimo. La explicación de este fenómeno radica en la caída del nivel de glucosa. Cuando los niveles de esta fuente de energía básica para el cerebro se reducen, se produce un malestar emocional.

La hipoglucemia, por tanto, es un factor decisivo para la aparición de estrés fisiológico y psicológico.. Y esta es una realidad que afecta tanto a personas como a animales. Este cambio de emociones también orienta el comportamiento hacia una mayor desinhibición e incluso agresividad, algo que facilita el instinto cazador en el mundo animal.

En el universo humano, muchos de nosotros hemos sido testigos de más de una discusión, choque o palabra fuera de lugar en los ambientes laborales. Cuando los días son muy largos y la hora de ir a comer se retrasa, el clima emocional puede ser muy adverso.

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Hambre, ansiedad y deseo de alimentos poco saludables

Si nos preguntamos por qué estamos de mal humor cuando tenemos hambre, también podríamos añadir otra pregunta. ¿Por qué muchas veces cuando tenemos hambre a menudo se nos antojan alimentos poco saludables? Bueno, es importante recordar que el cerebro, aunque ocupa solo el 2% de nuestro peso total, es un órgano muy exigente y demandante. Mantiene el 30% de nuestra energía.

Cuando pasamos varias horas sin darle el aporte adecuado de energía, aparece el estrés, el malestar y la ansiedad, como ya sabemos.. Y si algo necesita la ansiedad es un aporte rápido e intenso de alimentos que generan altas dosis de dopamina, y esta la proporciona al instante la llamada comida chatarra.

No hay nada tan agradable para paliar el mal humor como una pizza, una bolsa de patatas fritas, una hamburguesa con muchas salsas…. Sin embargo, estos alimentos ricos en grasas saturadas tienen un aporte energético muy bajo, y además son adictivos. En unas pocas horas, el cerebro nos volverá a llamar la atención; Nos hará saber que tiene hambre nuevamente.

Para evitar descensos de glucosa siempre es recomendable comer una pieza de fruta entre horas o algún lácteo o símil de origen vegetal si somos intolerantes.

El alivio de las molestias que proporcionan los alimentos calóricos y poco saludables como la pizza es temporal. Poco a poco vuelve a surgir el hambre

Hay quienes manejan mejor su estado emocional cuando tienen hambre: ¿a qué se debe?

Muchos de nosotros estamos de mal humor cuando tenemos hambre. Otros, en cambio, no ven afectado su estado de ánimo. ¿A qué se debe esta diferencia de reacciones emocionales ante la bajada de glucosa en nuestro organismo? Necesitamos saber que en realidad Los procesos químicos y neurales son complejos y varían mucho de una persona a otra.

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Hay quienes muestran un patrón emocional siempre tranquilo y relajado. Otros, en cambio, cuando tienen hambre muestran mayor dificultad para controlar su mal humor y son, sin duda, los más insoportables. Ahora bien, lo que sí ocurre en todos los casos, cuando el hambre ataca, es un mayor cansancio y una menor eficiencia cognitiva. Es difícil pensar, mantener la atención, ser creativo…

Tampoco se disfruta de ninguna experiencia cuando se tiene hambre. Y esto es así porque este instinto es el más primario, el más básico en el ser humano. Después de todo, nuestra supervivencia depende de ello…

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