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Todos queremos hábitos saludables. De hecho, te las proponemos con cada cambio de ciclo. Sin embargo, los datos nos dicen que en la mayoría de los casos este deseo se reduce a uno o dos intentos fallidos. ¿Por qué?
Última actualización: 21 de mayo de 2022
¿Por qué no comemos frutas y verduras todos los días si sabemos que son buenas para nosotros? ¿Por qué no hacemos actividad física con frecuencia si se conocen los beneficios? ¿Por qué nos resulta un reto beber un mínimo de dos litros de agua al día? La cosa es adquirir un nuevo hábito saludable no es tarea fácilPero se necesita tiempo, dedicación y esfuerzo.
La verdad es a la mente humana no le gustan los cambios porque implican un gran gasto de energía. Prefiere quedarse en lo conocido, en lo predecible. Busca que todo se mantenga estable, que no haya imprevistos ni novedades.
Imagina -o recuerda la vez que te pasó- que llegas al aeropuerto para tomar tu vuelo y escuchas por altavoces que ha sido cancelado indefinidamente. ¿Cómo te sentirías? Probablemente estresado, porque esta nueva información requeriría que tu cerebro hiciera un trabajo extra que no esperabas hacer. Asi que, La gente tiende a huir de los cambios.
Veamos por qué adquirir y mantener un hábito no es fácil y qué hacer para lograrlo.
¿Qué es un hábito?
Un hábito es un comportamiento que se repite de forma sistemática. Muchas de las acciones que realizamos al final del día se refuerzan, a tal punto que se interioriza y se asume como una forma de vida.
Una vez que la acción se convierte en hábito, la mente ya no necesita esforzarse.. Siempre funcionará para automatizar todo lo que se sienta como una recompensa, como obtener placer, por ejemplo.
¿Por qué casi siempre acabamos abandonando un hábito saludable?
Hay varias razones por las que no logramos consolidar e integrar algunos hábitos saludables en nuestra rutina. Los más comunes son los siguientes.
La mente es muy reticente a los cambios porque implican salir de la zona de confort, además de los costes energéticos.
1. Porque nos enfocamos en los resultados
En la mayoría de los objetivos que nos proponemos nos centramos en sus resultados, es decir, en las metas: perder peso, ganar músculo, conseguir un cutis perfecto, etc.
Iniciar el proceso de incorporación de un hábito saludable haciendo hincapié en lo que queremos conseguir suele generar el efecto contrario, ya que si bien es posible conseguirlo a través de diferentes estrategias que suelen ser restrictivas -como las dietas de descenso rápido- o excesivas, -como el sobreesfuerzo de la actividad física- es verdaderamente complejo sostenerlo a largo plazo.
Cuando nos enfocamos en los resultados, es más probable que generemos un efecto rebotevolver al sedentarismo y recuperar los kilos que habíamos perdido.
En su libro Atomic Habits, James Clear afirma lo siguiente:
“La alternativa adecuada es construir hábitos a partir de cambios de identidad. Con este enfoque, comenzamos centrándonos en quiénes queremos llegar a ser”.
2. Porque nuestras creencias nos dicen que no podemos hacerlo
Todos llevamos dentro un sistema de creencias que asumimos como cierto en la mayoría de nuestros procesos cognitivos. Son aquellas suposiciones que guían nuestro comportamiento, pueden empoderarnos para lograr metas o pueden limitarnos y funcionar como obstáculos. Lo que hacemos refleja lo que creemos que somos.
“El ser humano actúa, siente y se desarrolla siempre de acuerdo con lo que imagina que es verdad sobre sí mismo y sobre el medio que lo rodea. No actuamos y sentimos según la realidad, sino según la imagen que nos hemos formado de ella. Los hábitos, sean buenos o malos, se forman de la misma manera.
-Maxwell Maltz-
Si una persona ha pensado toda su vida que se le da bien el deporte, le será mucho más fácil practicarlo que alguien que piensa que el deporte no es lo suyo. En ambos casos, la acción de salir a correr es egosintónica con quienes creen ser: hay armonía entre su comportamiento y su identidad, pero mientras beneficia a uno, limita al otro.
Hacer un trabajo interior profundo para cuestionar nuestras creencias y reconstruir el diálogo interno es un camino valioso al incorporar nuevos comportamientos saludables y dejar atrás los nocivos.
Si creemos que no somos capaces de hacer algo, tendremos mayor resistencia a ello.
3. Porque perdemos la motivación
A nuestra mente la mente le gusta lo simple; mide mucho el balance costo-beneficio. En este sentido, no conseguir resultados inmediatos, incluso con un gran esfuerzo, suele desmotivar significativamente y una de las principales excusas que encontramos para desistir. Lo que motiva a las personas es lograr metas con el menor esfuerzo posible.
Para automatizar un comportamiento, necesitamos repetición y tiempo. ¿Qué mejor que hacerlo fácil y atractivo? Cuando diseñamos un plan de acción simple, especificando cómo, cuándo y dónde, es menos probable perder la motivación en una situación adversa.
Es más probable que consumamos frutas si tenemos algunas en una cesta sobre la mesa, o que bebamos más líquido si cada vez que salimos llevamos una botella de agua en la mochila. A la hora de construir un nuevo hábito saludable, pongamos las cosas más fáciles para hacerlas más llevaderas.
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