hecho verificado
Se ha verificado la precisión del artículo (el contenido incluye enlaces a sitios de medios acreditados, instituciones de investigación académica y, en ocasiones, estudios médicos). Todo el contenido de nuestro sitio web ha sido revisado, sin embargo, si cree que nuestro contenido es inexacto, desactualizado o cuestionable, puede Contáctenos para hacer las correcciones necesarias.
5 minutos
¿Eres un pensador excesivo o un pensador profundo? Hay una clara diferencia entre un enfoque y otro. De hecho, tu bienestar psicológico depende de que practiques solo uno de ellos. Te desvelamos de qué se trata.
Última actualización: 29 de mayo de 2022
Pensadores profundos y pensadores excesivos: ¿hay alguna diferencia entre estos dos tipos de pensamiento? La verdad es que bastante, pero la mayoría de nosotros orbitamos entre ambas tipologías en más de una ocasión. La mente pensante es una fábrica que nunca cierra ni descansa y muchas veces no funciona de la forma más óptima y eficiente.
Pasamos mucho tiempo dentro de nuestras cabezas. Es decir, pensamos en lo que hicimos ayer, hoy y lo que haremos mañana. Nos perdemos en los laberintos de aquellas decisiones que debemos tomar, en los sueños que queremos alcanzar e incluso en esos «pensamientos basura» que carecen de utilidad o trascendencia.
Casi sin darnos cuenta caemos en el enfoque cognitivo rumiante desmedido, el que agota, el que frustra, el que nos lleva horas y no nos lleva a ninguna parte. Y lo que es peor, intensifica el malestar psicológico.
Entonces, ¿cómo cultivar un enfoque mental más saludable y beneficioso para el viaje de nuestras vidas? Lo vemos a continuación.
“La inteligencia no es solo la capacidad de razonar; también es la capacidad de encontrar material relevante en la memoria y desplegar la atención cuando sea necesario”.
-Daniel Kahneman-
El bienestar mental depende de nuestra capacidad para practicar un pensamiento más lento y profundo.
Pensadores profundos y pensadores excesivos: características que debe conocer
Pensar en profundidad nos permite calibrar mejor la brújula de nuestras decisiones para tomar el camino más adecuado. Por otro lado, razonar en exceso nos deja en el mismo lugar en el que estábamos y también nos agota mentalmente. Es obvio que la estrategia cognitiva más saludable y adecuada es la relacionada con el pensamiento profundo, lento, deliberado y analítico.
Sin embargo, y aquí viene el problema, no lo usamos tanto como deberíamos. Gente tendemos a analizar y responder a la mayoría de las situaciones desde un enfoque mental rápido, intuitivo y subconsciente. La vida va muy rápido y necesitamos actuar rápido ante cada estímulo.
Sin embargo, cuando surge un desafío o un problema, nos quedamos atascados. Ahí es cuando se enciende la máquina de rumiar, esa que da mil vueltas a las cosas, las regurgita y las vuelve a masticar. No es fácil aplicar una perspectiva mental más reflexiva y economizadora, capaz de saber cuándo detenerse y dejar de reforzar ideas irracionales e inútiles.
Todos tenemos algunos pensadores profundos y pensadores excesivos. Sin embargo, es necesario promover las primeras y controlar las segundas. Veamos cómo.
Pensar demasiado nos enferma: estrategias para evitarlo
Cada uno de nosotros ha lidiado con experiencias difíciles. En esas circunstancias era muy difícil dejar de pensar en ciertas cosas. Nadie está exento de ser en algún momento un pensador excesivo, y esto es así porque las emociones de valencia negativa intensifican esta tendencia.
La Dra. Susan Nolen Hoeksema fue una de las grandes expertas en el campo de la rumia. En uno de sus estudios nos habló de cómo el exceso de pensamiento nos lleva en muchos casos a la depresión.
También suele ser el desencadenante de los trastornos alimentarios (DE) y otros problemas de salud mental. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo manejar este enfoque cognitivo?
- Lo primero es ser consciente de que pensar demasiado y caer en la rumiación no soluciona los problemas.
- Lo segundo es dejar de luchar contra nuestros pensamientos. Si los reprimimos, suben el volumen de su voz. Aceptémoslos, démosles presencia, pero no valor. Están ahí y no podemos esconderlos ni negarlos, pero son ruido, no sirven.
- Economicemos, tratemos de no repasar tanto las cosas y para eso, seleccionemos solo los pensamientos e ideas útiles. Descartemos aquellas que solo traen preocupación y ansiedad.
- Los pensadores profundos y los pensadores excesivos difieren en un aspecto. Los primeros piensan para lograr algo, los segundos para empeorar su estado de ánimo.
Pensar profunda o deliberadamente: el arte de encontrar soluciones
El pensador profundo es aquel que razona y analiza cualitativamente diferentes variables, obtiene conclusiones valiosas y puede actuar sobre los problemas que le rodean. Esa persona tiene una mente hábil para tomar contacto con las emociones para regularlas, conectar con sus propias necesidades y dibujar diversas respuestas ante un mismo problema.
Ahora bien… ¿Qué dimensiones diferencian a los pensadores profundos de los pensadores excesivos? ¿Qué estrategias debemos desarrollar para promover ese primer enfoque más saludable? Estas son las claves:
- Practicar la autorreflexión y la resolución de problemas.
- Analiza tus propios patrones de pensamiento para evaluar si son útiles o no.
- Enfoca tu mente en el aquí y ahora. El ayer ya no importa, el mañana aún no existe.
- Manejo de las emociones para no bloquearnos en obsesiones, miedos y pensamientos irracionales.
- Pensar profundamente implica aplicar un cierto optimismo y la creencia de que hay varias formas de resolver un problema dado.
- Igualmente, También es útil hablar con otras personas para tener en cuenta otras perspectivas.anda tu. Esto nos ayuda a relativizar los problemas, ampliar el enfoque y reducir el estrés.
El pensador profundo sabe cómo regular sus emociones para hacer uso de un enfoque más racional.
Pensadores profundos y pensadores excesivos: ¿cuál eres tú?
La mayoría de nosotros pensamos demasiado. Y lo hacemos porque el cerebro tiene una tendencia casi innata a concentrarse en lo negativo, en los problemas, en las amenazas del entorno. No le importa si somos felices o no, solo quiere que sobrevivamos y por eso nos insta a preocuparnos casi continuamente. Pero preocuparse demasiado no siempre resuelve algo.
Ante este tipo de mecanismos casi instintivos, solo queda una opción: desarrollar un enfoque más consciente y racional. Tienes que pensar mejor, más lenta y deliberadamente, con mayor significado y propósito, elaborando planes e ideando diez soluciones para cada desafío.
Esto requiere compromiso y esfuerzo diario. Hacerlo siempre valdrá la pena. Cuidemos lo que pasa en nuestra mente, porque todo lo que pasa en ese espacio… Determina nuestra vida.
Tú podrías estar interesado…
Gracias por leer ojodesabio.com. ¡Hasta pronto!