Verificación de hechos Se ha verificado la precisión del artículo (el contenido incluye enlaces a sitios de medios de comunicación acreditados, instituciones de investigación académica y, en ocasiones, estudios médicos). Todo el contenido de nuestro sitio web ha sido revisado, sin embargo, si cree que nuestro contenido es inexacto, desactualizado o cuestionable, puede Contáctenos para hacer las correcciones necesarias. 6 minutos
Nos engañamos a nosotros mismos de muchas maneras. Lo hacemos invalidando nuestro potencial e incluso sobrevalorando nuestras virtudes. A veces nos engañamos en el amor y también cuando pecamos en exceso de optimismo…
Última actualización: 22 de julio de 2022
Las mentiras que nos decimos a nosotros mismos no siempre son piadosas. A veces, quedan atrapados en la red de falacias, pensamientos irracionales, ilusiones y también en esas narrativas mentales salpicadas de falsos mitos… Un ejemplo de ello es asumir que por haberla pasado mal, el destino ha generado una deuda con a nosotros.
En cierto modo, casi nadie escapa a este tipo de dinámicas psicológicas. Todos hemos mentido a alguien en algún momento. Ya sean mentiras piadosas (con intenciones benévolas) o mentiras negras (aquellas que buscan ganancias egoístas), es difícil encontrar a alguien que nunca haya usado estos recursos. Sin embargo, el autoengaño es una práctica mucho más común en los seres humanos.
Lo hacemos casi como un mecanismo de protección inconsciente, muchas veces para defender nuestra propia imagen y darnos confianza. Si me digo a mí mismo que voy a poder con todo, consigo ese torrente de motivación tan necesario para afrontar tantas dificultades. Aunque obviamente siempre habrá realidades que me superen y me hagan caer.
Conocer un poco más sobre la psicología del autoengaño puede permitirnos conocernos mejor a nosotros mismos.
La teoría psicoanalítica es la que más ha profundizado en aquellas mentiras que nos decimos a nosotros mismos, para disipar miedos, angustias, realidades incómodas, etc.
A menudo, validamos un diálogo interno cargado de falsedades que busca protegernos de realidades que no nos gustan.
Tipos de mentiras que nos decimos a nosotros mismos
El nombre de Elizabeth Holmes puede sonar familiar para muchos. Este químico egresado de la Universidad de Stanford creó una poderosa empresa biotecnológica que atrajo a miles de inversores. Afirmó haber desarrollado un sistema de análisis de sangre que redujo los costos y fue muy rápido. En 2015, fue declarada la mujer multimillonaria más joven.
Ahora enfrenta una sentencia de cárcel por fraude. Todo era falso. Sin embargo, el golpe de buena parte de los estafadores es que para engañar a los demas tambien se mienten a si mismos. Lo hacen diciéndose a sí mismos que sus acciones están justificadas y que, obviamente, nunca serán descubiertos. Más allá de la falta de moral, también existe ese sofisticado mecanismo llamado autoengaño.
La investigación de la Escuela de Negocios de Harvard también indica algo interesante. Es cierto que hay muchas personas que racionalizan sus acciones poco éticas, como fue el caso de Elizabeth Holmes. Sin embargo, las mentiras que nos decimos a nosotros mismos también pueden ser beneficiosas. Por ejemplo, pueden aumentar nuestra confianza en nosotros mismos.
A veces, el opositor que prepara sus exámenes puede dar el carácter de certeza a su expectativa de obtener el lugar solo porque pasa todas las pruebas que le dan en la academia o las hace mucho mejor que al principio. Esa confianza puede actuar como un ansiolítico natural, lo que puede ser una verdadera ventaja para el examen.
Veamos ahora ese conjunto de mentiras que nos decimos a nosotros mismos.
Narrativas mentales como asumir que no tenemos tiempo para nada o que las personas deben ser como pensamos son formas de autoengaño que generan sufrimiento.
no me importa lo que diga la gente
Es posible que muchos insistan en que no es así. «¡No me importa lo que digan los demás!» Se expresan enfática y enfáticamente. Sin embargo, como seres sociales que somos, todos tendemos a molestarnos, preocuparnos y preocuparnos por los juicios que los demás puedan hacer sobre nosotros.
no me pasara a mi…
Es un razonamiento que podemos arrastrar desde la infancia.. Muchas veces asumimos que nunca estaremos en un puesto determinado porque pensamos que hay algo que nos diferencia de quienes están en él que impide o dificulta mucho que suceda.
Sin embargo, el destino es caprichoso y todos podemos tener un problema de salud mental, enamorarnos de la persona equivocada o incluso sufrir la más cruda de las estafas.
No tengo tiempo
Una de las mentiras más comunes que podemos decirnos a nosotros mismos es que “no tengo tiempo”.
Atados como estamos a nuestras obligaciones, presiones, horarios y mil y una preocupaciones, podemos tener la sensación de no encontrar una hora libre para nada. Sin embargo, es en este momento cuando aceptamos la idea de que tenemos menos control de nuestro tiempo de lo que pensamos.
Pensamos que somos cautivos de nuestras rutinas, pero en realidad son cadenas que nosotros mismos creamos…
Es saludable que detectemos los autoengaños que validamos, para desarrollar un acercamiento más ajustado a la realidad.
Si hago esto o aquello, seguro que me querrá.
El amor es a menudo un terreno fértil para las mentiras que nos decimos a nosotros mismos. Ninguna esfera nos pone tantas vendas en los ojos y tantas ideas sin lógica en el fondo de nuestra mente como ésta.
Hay muchas personas que se dicen a sí mismas que “si cambio, si me cuido mejor, o hago esto o aquello, mi pareja me volverá a querer”. Son ideas desesperadas, porque cuando el corazón es ciego, al final solo se alimenta de autoengaños.
El mundo tiene que tratarme bien porque soy bueno
Si hay una falacia que validamos es aquella en la que asumimos que a la gente buena solo le pasan cosas buenas.. También que el destino siempre termina compensando de alguna manera a aquellas personas que actúan bien.
Nos encantaría que la vida funcionara con este mecanismo. Sin embargo, ese tipo de justicia divina no siempre funciona de esta manera.
La gente tiene que ser como yo quiero
Es verdad, Si hay un tipo de sufrimiento recurrente es el de querer que las personas sean como uno desea.. Son muchos los padres que caen en este tipo de autoengaño. Lo hacen asumiendo que sus hijos siempre serán como ellos han proyectado, que cumplirán con todas sus expectativas. Sin embargo, esto rara vez sucede.
Este es un tipo de sesgo del que ya nos habló en su día el psicoterapeuta Albert Ellis.
Psicología del autoengaño: ¿por qué lo hacemos?
Muchos de nosotros vivimos con toda una fábrica de mentiras sin examinar que nos decimos a nosotros mismos. Es un hecho que este artificio psicológico nos quita potencial y muchas veces alimenta el malestar y la infelicidad. Estas narrativas psicológicas buscan paliar la ansiedad ante realidades que, vistas sin filtros, resultan incómodas e incluso dolorosas..
A nadie le gusta admitir que lo que piensan los demás preocupa lo indecible. Tampoco es fácil aceptar que, haga lo que haga, si mi pareja no me quiere, poco puedo hacer para recuperar su cariño. La vida es compleja, falible e incierta. Sin embargo, el cerebro crea su propia línea de vida para mantenernos a flote día a día.
Nunca está de más repasar muchos de esos enclaves mentales dominados por el autoengaño. Desactivarlos, apagar esa fábrica mental nos permitirá entrar en una realidad más clara sobre la que tendremos un mayor control. Vamos a pensarlo.
Tú podrías estar interesado…
Gracias por leer ojodesabio.com. ¡Hasta pronto!