Las líneas torcidas de Dios: ¿paranoia o realidad?

¿Alice Gould tiene una enfermedad mental? ¿O es víctima de una conspiración para dejarla en un sanatorio mientras está en su sano juicio? La adaptación cinematográfica de la célebre novela de Torcuato Luca de Tena es un fascinante rompecabezas lleno de ingenio que merece la pena analizar.

Última actualización: 24 de diciembre de 2022

Ellos dijeron eso Torcuato Luca de Tena fingió tener una psicosis depresiva para ser ingresado en un hospital psiquiátrico. Lo hizo y estuvo unos 18 días en el Hospital Nuestra Señora de la Fuentecilla de México, donde había unos 800 residentes. Al final lo “atraparon”, descubrieron al paciente cuerdo, pero ese aguerrido periodista obtuvo la historia de su vida.

Esa experiencia le permitió conocer el complejo microuniverso de los centros de salud mental en la década de 1970, así como la encomiable labor de médicos, enfermeras y cuidadores. Profesionales que buscan, por encima de todo, “enderezar” las líneas torcidas de Dios. A partir de esta experiencia escribió un libro, La esencia de la antipsiquiatría, con el que dignificar a todo el colectivo, incluidos los propios pacientes.

Ahora, tenemos una nueva adaptación cinematográfica que, tras haber pasado por los cines, llega al catálogo de Netflix para convertirse en uno de los contenidos más vistos. Sin embargo, quien busque una correspondencia milimétrica de la novela con todos sus personajes y narrativas en la película dirigida por Oriol Paulo no la encontrará. Pero el resultado final no defrauda.

“Las personalidades particularmente exquisitas son más vulnerables que las toscas; del mismo modo que una taza es más frágil cuanto mayor sea la calidad de la porcelana.

-Las líneas torcidas de Dios-

La película «Las líneas torcidas de Dios» nos sumerge en un laberinto de verdades y mentiras.

Del libro al cine: Los renglones torcidos de Dios

Quienes hayan visto la obra del guionista y director de cine Oriol Paulo sabrán muy bien su innegable dominio del thriller. Su exquisita jugabilidad y giros en la trama nunca dejan de desconcertar y mantener al espectador alerta. Ejemplos de ello son títulos como Contratiempo, El cuerpo, Los ojos de Julia, Secuestro o Durante la tormenta.

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Los renglones torcidos de Dios (2022) se aleja un poco de ese trasfondo sobre la psiquiatría que se abordaba con detalle y con innegable solidez en el libro. Echamos de menos personajes secundarios extraordinarios y una mayor contextualización psicológica. Sin embargo, los tempos y dinámicas en el cine son diferentes, y en este caso la película se centra exclusivamente en su eje central, en su protagonista femenina.

De su mano, ya través de su mente y entramados laberínticos, nos sumergiremos en una frágil línea en la que nos será difícil distinguir la cordura de la locura, la verdad de la inventiva.

«Alice se felicitó por encontrar una definición exacta para su estado de ánimo: una tristeza silenciosa».

-Las líneas torcidas de Dios-

Alice Gould, una mujer en busca de la verdad

La película comienza con una vista aérea de un bosque. Le sigue un camino en el que vemos un mustang rojo en el que viaja una mujer elegante. Ese comienzo nos recuerda mucho a la narrativa visual de Alfred Hitchcock. El protagonista viaja en ese carro, Alice Gould, una investigadora privada que ha sido contratada para investigar un presunto suicidio. Ocurrió en un hospital psiquiátrico.

Ella ingresa a dicha institución voluntariamente fingiendo paranoia. Durante su investigación contará con la ayuda de uno de los internos para esclarecer si los líderes del centro fueron los responsables del homicidio. No tardamos mucho en conectar con ella. De Alice trae su ingenio, su determinación y su notable inteligencia..

Sin embargo, pronto comienzan las dudas sobre su identidad y su cordura… Tras una serie de incidentes gravísimos, la protagonista decide que es hora de abandonar el centro. Para su sorpresa, los responsables del sanatorio se niegan. ¿Es realmente una investigadora contratada para resolver un crimen? ¿O es simplemente otra paciente víctima de sus propios delirios?

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Entre la locura y la cordura: la eterna fragilidad de la verdad

La película God’s Crooked Lines juega magistralmente con líneas de tiempo y giros de guión. Por un lado, estamos atrapados en la eterna duda de si Alice es quien dice ser o es una residente más del propio hospital psiquiátrico. Su enfrentamiento con el doctor Samuel Alvar pone en peligro su cordura y su credibilidad.

Por otro lado, somos testigos de asesinatos, fugas de reclusos, incendios y la posibilidad de que Alice sea víctima de un complot para mantenerla encerrada… Todo este caleidoscopio de acontecimientos transcurre en medio de un lúgubre atmósfera, de infinitos flashbacks y flashforwards, diálogos reveladores y personajes ambiguos que nos hacen cambiar de opinión a cada momento.

La verdad en esta película es frágil y un espejismo al mismo tiempo. Casi simula un castillo de naipes que se derrumba en un instante para, al poco tiempo, levantarse de nuevo con más torres y nuevas cartas. En cierto modo, es el reflejo mismo de una mente enferma en la que todas las posibilidades existen a la vez y ninguna es lo suficientemente sólida.

La adaptación de «Las líneas torcidas de Dios» es un thriller psicológico paciente y afectuoso que recompensa a cualquier espectador que se deleite con los giros del guión y los finales abiertos.

La verdad siempre está en duda en la película «Las reglas torcidas de Dios», de ahí su encanto y desafío.

Un giro inesperado

La novela Los renglones torcidos de Dios fue inolvidable, pero la película que nos trae Netflix es aceptable. No llega al clímax y maestría del relato divino de Torcuato Luca de Tena. Sin embargo, no podemos desmerecer que, como producto cinematográfico, lo que ha conseguido Oriol Paulo es puro entretenimiento.

Barbara Lennie en el papel de Alicia Gould es, con mucho, la característica más notable de la película.. Su solvencia interpretativa es hipnótica y gracias a ella se sostienen las más de dos horas de película. Un tiempo excesivo sin duda. Notable es el proverbial giro que nos deja su director justo al final. Una pieza inesperada, un broche que lo rompe todo y vuelve a marcar la distancia con la novela.

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El hecho de que seguiremos sin saber si el protagonista es residente o víctima de una trampa sirve como spoiler inevitable. Si toda la producción requiere un esfuerzo mental por parte del espectador, su resolución invita necesariamente a una nueva reflexión. Justo cuando asumimos que Alice está a punto de ser liberada del manicomio, llega una cara familiar…

Se trata del Dr. Donadio, a quien vio como el Dr. García del Olmo, el hombre que la contrató para investigar el suicidio de su hijo. Una figura que, al verla, lanza una pregunta enigmática… «Hola Alice, ¿en qué lío te has metido esta vez?»

Cine y hospitales psiquiátricos, un auténtico clásico

Esta es una película que emana la esencia cautivadora del cine negro. Asimismo, God’s Crooked Lines presenta maravillosas reminiscencias de otros títulos como Shutter Island. Si Martin Scorsese nos trajo a un Leonardo DiCaprio que rozaba la lucidez con la locura en un centro psiquiátrico, Oriol Paulo ha hecho lo propio con Bárbara Lennie.

Las películas que utilizan las instituciones de salud mental para mostrarnos la fragilidad de la mente humana son múltiples y la mayoría excepcionales. Ahí tenemos desde Recuerda hasta Alguien voló sobre el nido del cuco. Todos ellos son homenajes a personas que sufren, a hombres y mujeres que, como decía Luca de Tena, son esas líneas torcidas de la vida que tienen historia.

No están locos, no están marginados de nuestra sociedad. Son personas sufrientes, hombres y mujeres cautivos de sus trampas mentales. Para comprenderlos es necesario escarbar capa por capa, adentrarse en sus historias, hacer un esfuerzo por conectar con sus universos para vislumbrar sus mundos dolorosos y caóticos. La película de Oriol Paulo es un buen ejercicio para conseguirlo.

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