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No lo hagamos: no atribuyamos etiquetas ni trastornos mentales a los que no conocemos o no hemos evaluado. La regla de Goldwater nos insta a no hablar ni especular sobre la salud mental de otras personas.
Última actualización: 21 enero, 2022
La Regla de Goldwater es una declaración ética emitida en 1972 por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) que estipula algo muy básico. No podemos especular sobre el estado mental de los demás si no han sido evaluados personalmente. Esto afecta principalmente a figuras públicas, a las que es común atribuir arbitrariamente diversos trastornos o problemas clínicos sin saberlo.
Este es un fenómeno frecuente tanto en los medios públicos como en el ámbito privado.. Por ejemplo, sucedió hace unos años cuando Donald Trump llegó al Casablanca y se empezó a especular sobre los posibles trastornos que podría sufrir. Informes sin referencias válidas pululaban a lo largo de su mandato.
Sucede con Vladimir Putin o Kim Jong-Un. Muchos hablan de trastornos del espectro autista, personalidad narcisista e incluso psicopatías. Soltamos términos arbitrarios sobre figuras públicas (y controvertidas), y cuanto más llamativas, mejor. Además, también es común aventurar hipótesis cuando una persona conocida se quita la vida.
La verdad es pocos conocemos la realidad de cada persona. Somos completamente ajenos a sus complejidades, sus historias y sus particularidades. Cada uno de nosotros somos dueños de nuestras vidas y singularidades psicológicas y nadie, absolutamente nadie, puede ni debe juzgar desde la ignorancia y la distancia.
¿Qué es la regla de Goldwater?
regla del agua fria fue enunciada con el propósito de prohibir a los psiquiatras y psicólogos diagnosticar a alguien a quien no han evaluado personalmente. Esto, que se afirmó en la década de 1970, cobró mayor importancia en 2017 cuando Donald Trump se convirtió en presidente de los Estados Unidos.
De repente, comenzaron a publicarse artículos sobre su salud mental. Profesionales de la psicología fueron entrevistados en múltiples medios para tratar de definir qué había detrás de la conducta del presidente. El Comité de Ética de la APA le recordó a toda su comunidad que estaba mal diagnosticar especulativamente a figuras públicas.
pensemos que toda especulación lanzada al azar y sin haber realizado ningún tipo de evaluación previa de la persona conduce muchas veces al uso del prejuicio. Además, con estos comentarios poco científicos y rigurosos, también se tiende a estigmatizar muchos trastornos mentales. Figuras como Diana de Gales en su día y Robin Williams fueron objeto constante de este tipo de especulaciones.
¿Cuál es el origen de esta norma ética?
Las investigaciones, como las realizadas en la Universidad de Emory y la Universidad de Melbourne, destacan la historia y la importancia de la regla de Goldwater. Se remonta a 1964, cuando el senador de Arizona Barry Goldwater, candidato republicano, se postuló para derrocar al entonces presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson.
El hecho fue que Goldwater no tuvo éxito. Es cierto que sus ideas en materia fiscal no cuajaron, al igual que su actitud agresiva contra la URSS. Sin embargo, el hecho que arruinó por completo su carrera política fue un artículo en el que 1.189 psiquiatras dieron su opinión sobre su salud mental. Fue declarado no apto para el cargo de presidente.
Imagínense lo que supuso para un grupo de psiquiatras dictaminar que era un líder cuya forma de pensar recordaba a Hitler, Castro o Stalin. También que apelaba al sadismo y la hostilidad inconsciente. La opinión pública validó esa opinión. Una opinión sensacionalista emitida sin que ninguno de esos profesionales haya evaluado al candidato Barry Goldwater.
Como podemos imaginar, la revista fue demandada por difamación. Fueron condenados a pagar una multa de $75,000 y la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) se vio obligada a enunciar la regla de Coldwater prohibir tales diagnósticos especulativos.
Barry Coldwater fue un senador que perdió su candidatura a la presidencia por un artículo publicado en el que más de 1189 psiquiatras daban opiniones sin fundamento sobre su salud mental. Se publicaron afirmaciones de que en el fondo era un asesino en serie y que odiaba y temía a su esposa.
Una regla y un principio ético para debatir
La regla de Coldwater nos protege a todos, no solo a las figuras públicas. Nadie tiene que especular sobre nuestra salud mental o tratar de encontrar una etiqueta que explique por qué nos comportamos de la forma en que lo hacemos. Si bien es cierto que vivimos en una época en la que se habla mucho más de los problemas psicológicos, existen formas adecuadas e inadecuadas de hacerlo.
Muchas veces caemos en el sesgo fácil, en el prejuicio que daña. Normalizamos realidades clínicas como la depresión o la ansiedad, pero seguimos achacando estos trastornos a conductas y actitudes inadecuadas (es débil, no sabe cómo afrontar las cosas; lo ha heredado de su madre, que también está mal. ..).
Continuamos reforzando los sesgos negativos sobre condiciones como la esquizofrenia o el trastorno límite de la personalidad. Se las etiqueta como problemáticas y hasta peligrosas, sin comprender la complejidad de estas realidades. Todos hablamos sin saber. Todos pensamos sin saber. Especulamos sobre los demás de forma arbitraria y también inhumana, sin respeto ni sensibilidad.
La regla de Coldwater no solo se aplica a psicólogos y psiquiatras. Por lo tanto, dejemos de comentar y especular sobre la salud mental de los demás sin saberlo. Es una cuestión de respeto y también de ética.
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