El sesgo binario: una forma simplificada de procesar la información

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Una forma de ganar bienestar mental -e incluso inteligencia- es desactivar ese enfoque tan arraigado en nosotros que procesa la realidad de forma dicotómica: blanco, negro, bueno, malo, aliados, enemigos, etc.

Última actualización: 16 de mayo de 2022

Una de las tareas más importantes del cerebro es procesar toda la información que recibe, pero no siempre lo hace de la mejor manera. Nos gusta hacer juicios rápidos, etiquetar y clasificar todo de forma caótica y ligera. Casi sin darnos cuenta, nos dejamos dominar por las distorsiones del pensamiento y una de las más comunes es el sesgo binario.

Este efecto psicológico generalizado define nuestra tendencia a dicotomizar cualquier conjunto de datos al que estamos expuestos. Reducimos toda la gama de posibilidades a solo dos categorías. Este fenómeno ocurre a diario en las redes sociales. La abrumadora cantidad de información que recibimos en nuestros dispositivos nos ha convertido, más que nunca, en pensadores perezosos.

Como dice un mal chiste, hay dos tipos de personas en este mundo, los que creen que hay dos tipos de personas y los que no. En el campo de la psicología cognitiva esta idea es ampliamente compartida. Suponemos que también hay dos tipos de individuos en la sociedad: los que piensan, razonan y deciden de forma dicotómica y los que entienden que el mundo tiene más opciones e interpretaciones.

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“Estamos ciegos a nuestra ceguera. Tenemos muy poca idea de lo poco que sabemos. No estamos diseñados para saber lo poco que sabemos».

-Daniel Kahneman-

Solo las personas que piensan críticamente entienden que todo análisis requiere aceptar la complejidad.

Sesgo binario: qué es y cómo lo aplicamos

Todos nos concebimos como pensadores fluidos, reflexivos y creativos. Sin embargo, la realidad es diferente. Muchos de nosotros hacemos uso de un pensamiento economizador. Procesamos la información rápidamente y llegamos a ciertas conclusiones a la velocidad de la luz. Y el que lo hagamos así no es algo voluntario, responde a un vestigio muy primitivo.

Nuestros antepasados ​​tuvieron que responder rápidamente a las necesidades del entorno para sobrevivir. Nos vimos obligados a evaluar lo que sucedía a nuestro alrededor de inmediato y decidir una respuesta. Este mecanismo sigue presente en nosotros y es el que muchas veces nos impulsa a ver el mundo en términos demasiado simplificados y casi siempre negativos.

Sin embargo, El sesgo binario va más allá de la simple necesidad de ahorrar tiempo a la hora de decidir: es una tendencia cognitiva que nos hace ordenar la información en conjuntos de dos posibilidades. Un ejemplo de esto es pensar que las personas solo pueden ser buenas o malas, que en la vida uno triunfa o uno fracasa, o que lo que leemos en internet es todo verdad o todo mentira…

A la hora de tomar decisiones casi siempre vemos solo dos opciones

«¿Que debo hacer con mi vida? ¿Ir o quedarse aquí? ¿Cambiar de trabajo o seguir con el mismo? ¿Conocer gente nueva o pasar más tiempo con mis conocidos?“. Cuando las personas intentamos tomar una decisión, casi siempre terminamos formulando dos opciones: una opuesta a la otra.

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El sesgo binario divide la amplia gama de opciones que todo desafío o problema tiene en dos posibilidades.. Tenemos una tendencia innata a imponer dos categorías diferenciadas cuando casi cualquier realidad o circunstancia se encuentra dentro de un continuo con múltiples y variadas alternativas.

Nada es completamente blanco o negro, las cosas no siempre son buenas o malas o la gente está contra nosotros oa nuestro favor. El ser humano se mueve gran parte del tiempo en esas franjas grises de la vida en las que nada es del todo concluyente. Utilizar una etiqueta y su reverso simplifica el mundo y nos convierte en pensadores economizadores, en personas que acaban limitando sus grandes recursos cognitivos.

“Quien piensa poco, yerra mucho”.

-Leonardo da Vinci-

Sesgo binario y redes sociales

Lo señalábamos al principio. El sesgo binario es cada vez más frecuente en el universo digital. En este escenario en el que la información nueva fluye casi a la segunda, el cerebro apenas tiene tiempo para aplicar una perspectiva crítica y analítica. Etiquetamos todo como “bueno o malo”, “verdadero o falso”, “interesante o aburrido” o “esto se ajusta a mis valores y eso me ofende”.

La investigación de la Universidad de Yale destaca este fenómeno. Cuando estamos expuestos a información sobre salud, finanzas o decisiones de política pública, respondemos emocionalmente. y no racionalmente. Nos limitamos a dejarnos llevar por esa valencia emocional (me gusta/no me gusta) sin sopesar las evidencias, sin analizar en detalle la información.

Nuestra sociedad está cada vez más habitada por razonadores pasivos y polarizados. No toleramos la incertidumbre, ni esa gama de grises que tiene nuestra realidad. Ante cada dato o información reaccionamos por impulso, ya no tenemos tiempo para analizar las cosas y nuestra mente crítica está casi en peligro de extinción.

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El sesgo binario se desactiva haciendo uso de una mente abierta, curiosa y flexible.

¿Cómo dejar de aplicar un enfoque mental binario o dicotómico?

El mejor “tratamiento” para el sesgo binario es el pensamiento crítico y flexible. Como señaló en su día Aaron Beck, quien razona las cosas en términos de todo o nada y bueno o malo aplica un enfoque infantil e inmaduro. Pensar en términos absolutos genera malestar existencial, nerviosismo y limita por completo nuestras oportunidades de aprendizaje.

La única forma de combatir esta perspectiva es tolerando la ambigüedad, la incertidumbre y la contradicción. Nuestra realidad es tremendamente compleja e incluso contradictoria. Solo siendo capaces de asumir todo ese caleidoscopio de opciones abrazaremos el bienestar y el enriquecimiento intelectual.

Seamos críticos, curiosos, abramos la mente y practiquemos esa gimnasia mental que evita que nos quedemos con sólo dos opciones ante cualquier información vital o desafío.

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