El secreto de Albert Einstein para aprender lo que queremos

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El 4 de noviembre de 1915, Einstein envió una carta a su hijo Hans, de 11 años. En él, le dio unos maravillosos consejos de aprendizaje que, seguro, el niño nunca olvidará. Descubre lo que es.

Última actualización: 11 agosto, 2022

Para aprender lo que queremos, necesitamos algo más que un alto coeficiente intelectual. Albert Einstein lo tenía, es verdad. Sin embargo, si se convirtió en una de las figuras más destacadas del mundo de la ciencia no fue solo por su gran inteligencia. De hecho, se dice de él que adquirió sus habilidades lingüísticas bastante tarde. No fue hasta los 3 años que empezó a hablar.

Se decía que era un niño retraído y lento. Le encantaba hacer creaciones en madera con una sierra, era un estudiante rebelde y apenas terminó su formación académica. Además, si consiguió un trabajo como asistente técnico en la oficina suiza de patentes en Berna, fue en parte por su familia.

Después… ¿Cómo logró el padre de la relatividad publicar teorías tan excepcionales e innumerables artículos científicos? ¿Qué técnicas y enfoques mentales aplicó Einstein en su día a día? Lo cierto es que utilizó una serie de estrategias que la psicología viene estudiando desde hace tiempo. Los analizamos.

“No tengo ningún talento especial. Solo tengo una curiosidad apasionada».

-Albert Einstein-

Más allá de la inteligencia, existe el enfoque, la atención y la pasión por el aprendizaje mismo.

Para aprender lo que queremos, sigue los consejos de Albert Einstein

Más allá del legado teórico de Albert Einstein, también están sus archivos personales. Entre ellas encontramos las cartas que escribió a sus hijos. Así, en el trabajo de 2008, titulado Posterity: Letters of Great Americans to Their Children, se encuentran algunas de estas interesantes correspondencias.

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Fue en 1915, cuando Einstein estaba inmerso en su trabajo en un Berlín desolado tras la guerra. Mientras tanto, su esposa Mileva -de quien se divorciaría poco después- y sus dos hijos, Hans Albert y Eduard «Tete», residían en una Viena más segura. Fue en ese momento cuando recién desarrolló la teoría de la relatividad, que lo llevaría al éxito y la fama mundial.

Feliz, seguramente, por sus logros, se animó a escribirle a su hijo mayor en respuesta a una carta que el propio niño le había enviado. En estas líneas, descubrimos una serie de consejos muy claros destinados a motivar su desarrollo académico. Primero descubramos el contenido de esa carta.

“Ayer recibí tu querida carta y me sentí muy feliz con ella. Ya tenía miedo de que no me escribieras más. Me dijiste cuando estaba en Zúrich que te resulta incómodo cuando vengo a Zúrich. Por eso creo que es mejor si nos reunimos en un lugar diferente, donde nadie interfiera con nuestra comodidad. En cualquier caso, os animo a pasar un mes entero juntos cada año, para que veáis que tenéis un padre que os quiere. Tú también puedes aprender muchas cosas buenas y hermosas de mí, algo que otro no puede ofrecerte tan fácilmente. Lo que he logrado a través de tanto trabajo duro no solo estará allí para los de afuera, sino especialmente para mis propios muchachos. Estos días he hecho uno de los trabajos más bonitos de mi vida, cuando seáis mayores os lo contaré.

Me alegro mucho de que encuentres alegría con el piano. Esto y la carpintería son, en mi opinión, para tu edad, las mejores actividades, incluso mejores que la escuela. Porque esas son cosas que le sientan muy bien a un joven como tú. Principalmente toca las cosas en el piano que te gustan, incluso si el profesor no te las asigna. Esa es la mejor manera de aprender, cuando estás haciendo algo con tanto placer que no notas el paso del tiempo. A veces estoy tan absorto en mi trabajo que me olvido de la comida del mediodía. . .

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Abrazo Tete, besos de tu papá.

Saludos a mamá”.

Curiosidad y libre aprendizaje.

Las altas habilidades intelectuales son inútiles si no hay una mente curiosa y apasionada por aprender. La imaginación, como decía el propio Einstein, es la inteligencia divirtiéndose. Por eso, le aconseja a su hijo que toque las piezas musicales que él quiera, sin necesidad de que su maestro se las enseñe.

Como hemos indicado al principio, el padre de la teoría de la relatividad nunca encajó en los ambientes escolares. La enseñanza rígida, estructurada y guiada por parte de algunos docentes no estaba a tono con sus necesidades. Prefería un aprendizaje más libre y autónomo, guiado por su enfoque altamente creativo; la que le hizo sumergirse en el universo de las matemáticas desde muy temprana edad…

  • Recomendación para aprender lo que queremos: hagamos uso de una mentalidad abierta y curiosa. Usemos un enfoque mental que no se quede solo con información superficial, sino que se permita ir más allá, siendo autónomos en nuestro propio aprendizaje.

El aprendizaje óptimo requiere una buena concentración.

Flow: el arte de disfrutar la tarea

«La mejor manera de aprender es aquella en la que, cuando estás haciendo algo con tanto disfrute, no notas que pasa el tiempo». Einstein no lo sabía, pero esa descripción, la de Percibir que las horas van pasando mientras la mente se concentra en una tarea se definiría más adelante en el marco de la teoría del flujo.

Fue el psicólogo estadounidense Mihaly Csikszentmihalyi quien describió este concepto en la década de 1990.con su libro Flujo: La psicología de las experiencias óptimas. Son estados en los que nuestra conciencia funciona a otro nivel, la concentración es mayor y también experimentamos una gran sensación de armonía y bienestar.

  • Recomendación para aprender lo que queremos: llegar a ese estado de flow no significa trabajar solo en tareas que nos gustan o nos motivan. Para lograr la mayor concentración en medio de una tarea, también debemos sacrificar ciertas cosas. Las distracciones deben eliminarse. Hay que reducir el estrés y la ansiedad. Una mente tranquila es una mente enfocada.
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experimentos mentales

Albert Rothenberg es psiquiatra especializado en creatividad humana. En su libro Flight from Wonder: An Investigation of Scientific Creativity, analiza precisamente buena parte de esos procesos cognitivos e innovadores de los que se sirvió Einstein. Entre ellos estaban los que él mismo definió como «experimentos mentales».

Si durante parte de su infancia y adolescencia sintió pasión por la carpintería fue por el placer de imaginar y crear las piezas más ingeniosas. Su mente amaba experimentar con formas y perspectivas, visualizarlas y trabajar con ellas en ese plano. Esta técnica la aplicó posteriormente al desarrollar su teoría de la relatividad, al profundizar en los campos gravitatorios.

  • Recomendación para aprender lo que queremos: el conocimiento no se adquiere sólo con papel y lápiz, también nos ayudará imaginar conceptos en nuestra mente, experimentar con ellos y relacionarnos con nuestros aprendizajes previos.

En conclusión. Es cierto que la carta que Einstein escribió a su hijo Hans fue bastante breve. Sin embargo, estuvo lleno de buenos deseos y mejores fines. La auténtica inteligencia es activa, curiosa, imaginativa y, sobre todo, creativa.

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Gracias por leer ojodesabio.com. ¡Hasta pronto!

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