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El poder del perro echa raíces en el western para retorcerlo, asfixiarlo y convertirlo en un thriller sorprendente. La violencia no está en las armas, sino en la mente de sus atormentados personajes.
Última actualización: 10 de febrero de 2022
Inspirada en la novela homónima de Thomas Savage, Jane Campion rompió su silencio a finales de 2021 con El poder del perro. La cineasta nos trae de vuelta un género que, a pesar de su extensa producción, parecía olvidado: el western; pero lo hace con inteligencia y se adapta a las nuevas corrientes y necesidades. Una impecable deconstrucción artística que combinará la clásica ambientación del western con un thriller lento y sorprendente.
Ambientada en el Oeste, El poder del perro nos presenta a dos hermanos muy diferentes: Phil y George. La masculinidad tóxica de Phil comenzará a tambalearse cuando dos nuevos personajes entren en escena: Rose, la esposa de George, y su hijo Peter, un joven demasiado sensible y vulnerable para un mundo duro, grosero y hostil.
Tras el éxito en Venecia y Toronto, El poder del perro llega a Netflix cautivando a un público más amplio. La propuesta contrasta con los ritmos frenéticos actuales, pero nos devuelve la fe en el séptimo arte.
Todo parece indicar que se seguirá hablando de El poder del perro. Con paciencia y elegancia, la película asfixia a los protagonistas hasta llevarnos al extremo con un desenlace a fuego lento.
El poder del perro: sentimientos reprimidos
Campion configura su historia a través de cuatro personajes: Phil, George, Rose y Peter. Los hermanos Phil y George son dos caras de la misma moneda y viven en relativa armonía hasta que Rose y su hijo irrumpen en sus vidas. El matrimonio de George y Rose despierta en Phil una ira irracional que ya habíamos anticipado en su primer encuentro con el joven Peter.
Phil se caracteriza por la agresividad, mientras que Peter parece encarnar todo lo contrario. El poder del perro nos muestra una masculinidad tóxica, pero lo hace desde las entrañas, preguntándose qué hay detrás de esa armadura, explorando por qué Phil parece esconderse detrás de esa máscara y por qué destruye todo lo que toca.
Con Phil conocemos a otro personaje que nunca aparece en escena, pero que está presente en todo momento: Bronco Henry. Este nombre es una constante, Phil lo menciona cada vez y, de alguna manera, tenemos la sensación de conocerlo.
Bronco Henry representa todo lo que Phil admira, pues él fue quien le enseñó todo lo que sabe sobre equitación o ganadería. Phil nos lo describe como un hombre fuerte y valiente, con todas las virtudes que muchos atribuyen a la masculinidad.
Pero Campion está empeñado en descubrir la verdad, ahondando en la psique de Phil.. Se alimenta del paisaje occidental, de ese hombre de aspecto duro y sin sentimientos, y lo desnuda, dejándolo vulnerable, solo, pero dando rienda suelta a su verdadero yo en una escena de masturbación casi poética.
La ira de Phil no es más que el reflejo del miedo.. Miedo de que su hombría pudiera ser cuestionada, de que sus verdaderos deseos vieran la luz. Se trata de una víctima de su tiempo, de la sociedad y de sí mismo. Phil atacará el eslabón más débil para validar su superioridad y, en ausencia de Peter, ese no es otro que Rose.
Rose terminará completamente anulada, borracha e infeliz. Y es que Campion no solo pretende cuestionar la masculinidad, sino que está decidida a entrar en la mente de los personajes; en lo que dicen y en lo que no dicen, pero sobre todo en lo segundo. Cabe mencionar la interpretación de Kristen Dunst como una mujer madura, preocupada por su hijo y que parece no encontrar su lugar.
Partiendo de los tópicos del género, la película retuerce a los personajes y los asfixia en un escenario marcado por la represión y la omisión de los sentimientos. Por todo lo que no se dice y que, al ocultarlo, nos hace daño.
Nada es lo que parece en El poder del perro: ni lo débil era tan débil, ni lo duro era de hielo. Poco a poco, la angustia y la inquietud configuran un tremendo final; un clímax en el que los sentimientos, previamente reprimidos, han sido llevados al extremo.
Una puesta en escena impecable
Tratar de catalogar El poder del perro en el género occidental sería quedarse corto.. La película de Campion es un western, sí, pero aparentemente. Por supuesto, toma elementos del género; pero es más que probable que a los fans del western clásico -ese marcado por los disparos, el exceso de testosterona y la violencia- les resulte lento y extraño.
La música de Jonny Greenwood, los paisajes áridos, la fotografía, la rudeza y la suciedad en el rostro de Benedict Cumberbatch recuerdan claramente al género. No hay duda de dónde estamos, la puesta en escena es impecable y evoca las grandes películas del pasado como para rendirles homenaje.
La película nos atrapa desde los primeros minutos de metraje, nos deja escenas que hemos visto infinidad de veces en el cine, aunque la temática ya no es la misma de antaño. Algo nos dice desde el principio que no se trata de un western convencional. Hay algo en la atmósfera, en esos planos que parecen evocar misterio, en los silencios y sonidos que parecen hablarnos como si una amenaza acechara constantemente.
Campion decide dejar de lado la violencia física para sumergirse en otro tipo de violencia; uno más tranquilo, pero totalmente inquietante que acabará trazando la trama de un thriller. La violencia no aparece en forma de arma, sino que la configuran los propios personajes.
Información del cuentagotas
El poder del perro nos presenta un thriller planeado y estudiado, organizado al milímetro. Campion quiere que prestemos atención, que no nos perdamos nada, porque si lo hacemos, estaremos perdidos.
Hitchcock siempre apeló a la importancia de dar al espectador la información en el momento adecuado y el cineasta parece haber tomado nota de la maestra, aunque llevándola a su terreno. La paciencia es fundamental y, en un cine marcado por el frenesí y la sobreexplicación, es posible que a más de uno le resulte excesivamente lenta El poder del perro.
La película nos invita a detenernos, a observar cada plano en detalle, a pensar, a intentar adivinar qué está pasando.. Porque como dicen “una imagen vale más que mil palabras” y esto debería ser obligatorio en el cine. Por desgracia, llevamos muchos años acostumbrados a que nos den un final «mascado», a que el guión explique demasiado.
Sin embargo, esta vez, el poder no está en las palabras, sino en las imágenes. Como en la vida misma, nuestras palabras no siempre están ligadas a nuestros pensamientos y, en esos casos, un pequeño gesto puede ser aún más informativo. El thriller se cuece lentamente y estalla al final, cuando desaparece la lentitud y se produce la explosión.
Campion nos ha ido dejando pistas desde el comienzo de la película y, con disimulo, las ha ido poniendo intencionadamente ante nuestros ojos; para que, al final, consigamos encajar todas las piezas.
Definitivamente, El poder del perro es una auténtica joya, pero hay que verlo despacio y evitando distracciones. Es una experiencia cinematográfica brillantemente orquestada, desde las actuaciones hasta la música y la fotografía. Envolvente, dura y elegante a la vez, La potencia del perro no dejará indiferente a nadie.
Libra mi alma de la espada. Mi vida, del poder del perro”.
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