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El callejón de las almas perdidas nos lleva a seguir a un personaje sin escrúpulos y marcado por la ambición, pero que no podrá escapar a su destino.
Última actualización: 20 de febrero de 2022
Guillermo del Toro es un cineasta que no deja de sorprendernos. Por ejemplo, en 2017 logró elevar el género fantástico a otra dimensión con su oscarizada La forma del agua. Era la primera vez que un largometraje de género ganaba la estatuilla a mejor película, pero también lo hacía de la mano de un cineasta inmigrante que hablaba de la alteridad. Un hito en Hollywood que parecía que iba a condicionar sus próximas películas y que podría eclipsar cualquier película posterior.
Tras el éxito de La forma del agua, Guillermo del Toro ha decidido abandonar, en cierta medida, ese universo fantástico que nos ha presentado durante años para sumergirse en un cine negro que explora la monstruosidad humana. Hablamos de El callejón de las almas perdidas, la nueva película del cineasta mexicano que ha enamorado hasta al mismísimo Martin Scorsese.
Basada en la novela homónima de William Lindsay Gresham, El callejón de las almas perdidas nos traslada a una época bastante compleja, concretamente cuando la Gran Depresión estaba llegando a su fin. En este laberinto, que eventualmente adquirirá forma circular, conocemos a Stan, un buscavidas que llegará a una feria ambulante y aprenderá una serie de trucos que podrían llevarlo al éxito.
Sin embargo, la película no se detendrá ante el éxito, sino explorará los lugares más oscuros y escalofriantes de la vida humana, nos presentará una serie de personajes atormentados con una ambición insaciable para finalmente cerrar un círculo vicioso en forma de fábula, recordando al espectador que sus acciones también tienen consecuencias y que nuestro destino es el resultado de nuestras elecciones.
Del circo al infierno
Recomendado por Martin Scorsese -quizás por sus similitudes con Shutter Island (Scorsese, 2010)- The Alley of Lost Souls ha recibido críticas bastante variadas y probablemente no sea del agrado de todo el público, pero no cabe duda de que tiene un Gran valor y merece al menos una visita.
Quizás el exceso de metraje pueda convertirla en una película algo pesada, pero se compensa con un final redondo y con un apasionante descenso a los infiernos en el que asistimos a un espectáculo de bajezas humanas.
Del Toro se encuentra muy cómodo en la primera parte de la película, ya que nos presenta a una serie de personajes que trabajan en una feria ambulante. Estamos a principios del siglo XX y, en ese momento, los circos raros todavía eran comunes.
El cine se ha nutrido de su esencia y, viendo la primera parte, me viene a la mente la película de culto Freaks o, como la conocemos en español, La parada de los monstruos (Browning, 1932).
El cineasta se entretiene mostrando infinidad de detalles y pone ante nuestros ojos algunos de sus fetiches, como los fetos en formol. Nos conduce por un escenario en el que un buen número de estafadores y marginados de la sociedad sobreviven como pueden, ya sea por engaño o porque sus deformidades no les han permitido acceder a ningún otro lugar.
En medio de este mundo Aparece Stan que pronto conectará con Zeena y su marido, dos estafadores quienes, durante muchos años, han utilizado estrategias de comunicación para hacerse pasar por clarividentes. Stan ve esta información como una gran oportunidad, y con la ayuda de Molly, una joven cuyos valores contrastan con los de Stan, decide alejarse del circo y probar suerte con la adivinación.
Su insaciable sed de poder hará que Stan nunca se conforme y empiece a codearse con personajes bastante importantes, con hombres y mujeres ricos que estarán dispuestos a pagar verdaderas fortunas por sus servicios.
El callejón de las almas perdidas: un arma de doble filo
De una primera parte marcada por la estética carnavalesca y la oscuridad, pasamos a una segunda parte en la que Del Toro parece estar menos cómodo. En este momento, Stan y Molly están triunfando con su estafa. El problema comenzará a surgir cuando ese pequeño engaño comience a conducir a algo mucho más grande.
En la feria, tenían una pequeña audiencia de clase media baja que podía contentarse con una pequeña muestra de las habilidades de Stan; pero ante un público muy adinerado, nada iba a ser tan fácil. El poder y la sensación de que el dinero puede comprar cualquier cosa hará que los seguidores adinerados de Stan supliquen más y más de su habilidad como médium.
En este punto, entra en juego otro personaje clave y, a su vez, estalla el conflicto con Molly. Este nuevo personaje no es otro que la psiquiatra Lilith Ritter, interpretada por una inquietante Cate Blanchett. De alguna manera, tenemos la sensación de haber visto antes a esta extraña y elegante mujer y que Blanchett encarna a la perfección el arquetipo de la mujer fatal.
La moralidad y el remordimiento comienzan a aflorar en Molly, mientras que Stan parece solo hacer crecer su ego.. Los encuentros con el psiquiatra son verdaderamente interesantes y perturbadores, parecen oscilar entre lo real y lo ficticio. El espectador intentará encajar las piezas de este extraño rompecabezas que, cada vez, parece más complejo.
Stan, hasta ahora, no se había enfrentado a nadie como él, nunca se había encontrado con una mente tan manipuladora. como el tuyo. Las charlas en la consulta se convierten en una especie de reflejo de la verdadera personalidad de Stan, pero al mismo tiempo en una lucha por la manipulación y el poder entre dos personajes muy similares: Stan y Lilith.
Estas escenas constituyen el centro más psicológico de la película y, por momentos, nos recuerdan mucho a Shutter Island, otro neo-noir puramente psicológico.
El conocimiento se convierte en un arma de doble filo para Stan.. Y es que la moraleja parece recordarnos que el poder en malas manos puede acarrear consecuencias catastróficas. Stan está eligiendo su destino, y está tan concentrado en manipularlo a él y a su extraña relación con el psicoanalista que es incapaz de detener la estampida que se avecina.
cronotopos
Nuestra cultura occidental tiene una percepción lineal del tiempo y, aunque no lo hayamos considerado, la idea que tenemos del tiempo condiciona en gran medida nuestra forma de vida. Así, en culturas como la mapuche encontramos una percepción cíclica que coincide con la observación de la naturaleza.
Este hecho nos lleva a pensar en el concepto de cronotopo, es decir, la relación que existe entre el espacio y el tiempo.. El pensador Mikhail Bakhtin lo definió como la relación espacio-tiempo dentro de la obra, es decir, ese lugar o marco espacio-temporal en el que se desarrolla la trama. Bajtin vio en estas relaciones un buen número de posibilidades y, desde su punto de vista, podríamos establecer diferentes géneros narrativos según el cronotopo.
De alguna manera, estos cronotopos también influirán directamente en los personajes, cómo se transforman y afrontan los acontecimientos que están por venir. En El callejón de las almas perdidas asistimos a una narración en la que el tiempo y el espacio son cíclicos, aunque su protagonista parece no ser consciente de ello.
Este cronotopo cíclico es esencial porque el protagonista no podrá escapar de su destino y sus acciones tendrán consecuencias. El cierre cíclico del largometraje da a la película una lectura mucho más profunda y, de hecho, probablemente pasemos por alto el exceso de metraje porque, al final, tenemos la sensación de que todo cobra sentido, todas las piezas encajan y vuelve ese personaje atormentado. al punto de partida, pero desde una perspectiva diferente.
Como fábulas o cuentos infantiles, Del Toro nos deja una moraleja al final, sorprendiéndonos con la extrema violencia que se desata en los últimos minutos. Fiel a su estética y respetando las imágenes fantasmales que recuerdan a aquella nieve ensangrentada de Crimson Peak (Del Toro, 2015), el cineasta desmenuza a su oscura protagonista hasta tenderle una trampa.
Es interesante ver como Del Toro ha optado por tomar los elementos de fantasía que más le gustan, pero usarlos en un contexto real. No sorprende saber que, en los siglos XVIII, XIX y principios del XX, los médiums se habían convertido en figuras importantes que, a base de engaños, habían logrado defraudar incluso a personajes famosos.
Así, en los últimos minutos, lanza toda su artillería y su imaginación para dar vida a una pieza marcada por el noir y su falta de elementos fantásticos. El misterio está muy lejos de los fantasmas y, Como suele suceder en el cine mexicano, los monstruos no tienen una apariencia monstruosa, sino humana.. Y sí, el título no puede ser más acertado, ya que estamos ante un lugar oscuro repleto de almas atormentadas.
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