Es gracioso, pero cuando alcanzamos la madurez, la mayoría de nosotros acumulamos remordimientos comunes. Te contamos qué son y qué podemos hacer para evitar que llenen de ellas nuestra memoria particular. ¡Vamos!
Última actualización: 19 de abril de 2023
Las personas mayores a menudo lamentan haber perdido oportunidades y ciertos «trenes» únicos. Como dijo una vez Fernando Pessoa: «Llevo conmigo todas las heridas de las batallas que he evitado». Y así es, esas son fracturas psicológicas que siempre arrastramos en nuestras mochilas existenciales. ¿De qué más se arrepienten los adultos mayores?
Hay muchas dimensiones y factores de los que uno se arrepiente al llegar a una edad. Hay innumerables faltas de ortografía en la escritura de nuestro pasado, hechos que deberíamos haber manejado de otra manera para llegar a los 70 u 80 años un poco más felices. ¿Y si analizamos aquellas variables que debemos cuidar hoy para no arrepentirnos mañana?
«Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación».
-Charles Dickens-
Los adultos mayores se arrepienten…
Si hay una emoción que lacera es el arrepentimiento. Es cierto que, como la mayoría de las emociones, cumple una función. Y no es otra que invitarnos a solucionar lo que hicimos mal. Sin embargo, cuando llegas a edades avanzadas, hay cosas que son irreparables y que solo podemos asumir.
Cabe señalar que existen estudios muy interesantes sobre el arrepentimiento en la vejez. La Universidad de Manitoba, en Canadá, nos contó cómo esta realidad emocional afecta la calidad de vida e incluso la salud de la persona. Es una dimensión, por tanto, de gran relevancia para el bienestar psicológico y que no podemos ignorar.
Saber de qué se arrepienten los adultos mayores ayuda. Son guías presentes para la satisfacción futura. Profundizamos en ellos.
Una cosa de la que nos arrepentimos es estar a la altura de las expectativas de otras personas.
1. No hacer lo que realmente queríamos
Bronnie Ware es una enfermera de cuidados paliativos conocida por escribir el libro Los cinco mandamientos para una vida satisfactoria (2013). En esta obra abordó aquellos pesares que frecuentemente registraban aquellas personas que debían afrontar una despedida vital. Entonces, Una de las realidades que más lamentamos es haber vivido de acuerdo a las expectativas de los demás..
Pensar que no fuimos tan valientes para tomar ciertas decisiones se convierte en fuente de gran malestar. En ocasiones, la familia y el entorno condicionan nuestra existencia hasta el punto de hacernos perseguir objetivos u optar por opciones que no queremos.
Los miedos son esas vallas que muchas veces limitan tomar contacto con lo que queremos. Conforme llegamos a edades avanzadas, es común que nos arrepintamos de lo que soltamos de nuestros miedos.
2. Ser más honestos sobre lo que sentimos
¿Cuántos «te amo» dejamos en el aire? ¿Cuántos «lo siento» tuvimos que decir en voz alta y no lo hicimos? Que no quede como tarea pendiente expresar lo que sentimos a las personas que amamos. Las palabras importantes, que al final no se pronuncian, terminan por amargar a quienes las guardan.
3. No haber dedicado más tiempo a lo que realmente importaba
En el día a día dedicamos buena parte del tiempo a tareas automáticas. Si nos detenemos un momento, es probable que sepamos diferenciar lo importante de lo que no lo es. Pero, ¿es realmente lo que priorizamos? ¿Lo tenemos en cuenta a la hora de tomar decisiones?
Poblar el presente con elementos significativos es algo nuclear para el bienestar. En gran medida, el sentimiento de valor personal emana de lo que hacemos con nuestro tiempo.
4. Preocuparse en exceso y olvidarse de vivir
Las preocupaciones excesivas limitan la existencia, la hacen pesada y quitan oportunidades de crecimiento. Además, mirando de cerca, mucho de lo que nos preocupa nunca sucede. La consecuencia de perderse en tan angustiosos laberintos mentales es el desprecio por la belleza presente.
De este modo, las personas mayores a menudo lamentan dejar que el estrés y la preocupación les impidan llevar una vida más relajada y centrada. Uno desde el que apreciar mejor lo que sucede en cada momento, como el crecimiento de los niños, por ejemplo.
5. Perder ciertas oportunidades
El miedo y la inseguridad cierran la puerta a oportunidades de las que luego nos arrepentimos. Es común el duelo por no ser valientes para decir “sí” a ciertos trabajos, “sí” a ciertos amores que dejamos ir por la indecisión. Así, investigaciones como las realizadas en la Universidad de Tilburg, en los Países Bajos, ponen de manifiesto cómo la inacción o la falta de osadía dan paso a tan doloroso arrepentimiento.
6. Pocos viajes
Si nos preguntamos de qué se arrepienten los adultos mayores, hay un hecho que siempre aparece. Basta preguntar a nuestros familiares mayores para que nos digan que se arrepienten de no haber viajado más. Pasar buena parte de la vida en el mismo lugar quita experiencias, aprendiendo e integrando otras perspectivas.
Nada es tan enriquecedor para el ser humano como traspasar las fronteras de su entorno cotidiano, con el objetivo de conocer otros países y culturas.
7. El amor y por qué no lo entendimos mejor
Algunas personas pasan toda la vida con la persona equivocada. De este modo, algo que lamentamos es no haber elegido mejor a esa pareja. Sobre todo, de lo que solemos arrepentirnos es de no cortar a tiempo determinadas relaciones, privándonos de lo que pensamos que habrían sido momentos de felicidad.
Comprender las bases del amor sano es una competencia muy asociada a la satisfacción con la vida. Si las entendemos de forma acelerada, es más fácil que nuestra memoria sea un desierto de decisiones que, con el tiempo, valoramos como fallidas.
8. Los amigos de los que deberíamos habernos ocupado
Otro aspecto que lamentan los adultos mayores: no haber tenido más amigos. La vida social y los lazos de amistad trazan experiencias cotidianas de gran valor emocional. Son esas figuras con las que reír, aprender, aliviar el estrés y hacer planes que saben a sueños e ilusiones.
Es común llegar a edades avanzadas y arrepentirse de no cuidar ciertas amistades o dejar ir a personas que valieron la pena.
9. La salud, ese gran descuido
No es fácil llegar a los 70 u 80 años con una salud de hierro. Por lo general, acumulamos dolencias que son producto de estilos de vida poco saludables. De ahí que muchas personas se arrepientan de no haber hecho más deporte, haber comido mejor o haber dejado de fumar.
Descuidar la alimentación a lo largo de la vida o tener un estilo sedentario es motivo de arrepentimiento, una vez que se empiezan a reproducir las limitaciones de la vejez. Es entonces cuando el cuerpo se vuelve más presente y muchos comprenden que buena parte de nuestras posibilidades existen porque tenemos un cuerpo que las genera.
Cuidar nuestras relaciones nos permite llegar a edades avanzadas con mayor satisfacción.
Para no arrepentirte, sé más valiente y cuida lo que tienes
¿Quieres llegar a una edad avanzada sin que los recuerdos del pasado sean un lastre? Empieza por repasar cómo es tu presente y cómo te sientes en este mismo momento. Cualquier momento es bueno para implementar medidas que cieguen posibles futuros arrepentimientos.
A continuación, presentamos algunas claves para celebrar un cumpleaños sin experimentar, en exceso, el pinchazo del arrepentimiento:
- Viaja, sé capaz de romper con la rutina.
- Expresa lo que sientes por los demás.
- Cuida tus lazos sociales y afectivos.
- Aprecia la magia de las pequeñas cosas en tu día a día.
- Promueva momentos que le ofrezcan bienestar y felicidad.
- Toma conciencia de quién merece estar en tu vida y quién no.
- Haz propósitos que estén en sintonía con tus valores y necesidades.
- Invierte tiempo y trabaja en tus sueños sin dejarte llevar por las presiones de los demás.
- Regula mejor tu estrés y preocupaciones para disfrutar más del «aquí» y el «ahora».
En conclusión. Si bien es cierto que no es fácil llegar al otoño de nuestras vidas sin arrepentirnos de nada, tratemos de que esas brechas sean lo más leves posibles. Unamos coraje y no dejemos pasar esos trenes que llevan nuestro nombre y eso, de alguna manera, nos acercará a la auténtica satisfacción.
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