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¿Qué significa hacer cola para ti? ¿Cómo manejas este tipo de situaciones de espera forzada y pérdida de tiempo? En general, el cerebro procesa estas situaciones de diferentes maneras y es muy interesante conocerlas.
Última actualización: 06 septiembre, 2022
Si tuviéramos que contar todas las horas perdidas que hemos pasado haciendo cola, seguro que nos daríamos miedo. Nos daría para tener, quizás, otra vida. Sin embargo, una parte importante de nuestro quehacer diario requiere hacer cola, respetar un turno y contener nuestra frustración en esas antesalas donde el tiempo se detiene y la mente se desespera.
Hacemos cola en las tiendas para pagar, esperamos en los consultorios médicos y hasta en los restaurantes. Las emociones que se experimentan en estos contextos pueden ser muy variadas e intensas. Los hay que sienten angustia, desesperación, ira o simple aburrimiento, los hay que se indignan y, por supuesto, los que se resignan.
Aunque nos pueda parecer llamativo, la psicología lleva décadas estudiando cómo la mente humana procesa este tipo de situaciones cotidianas. En realidad, podemos conocer bastante bien a una persona sabiendo como reacciona al tener que esperar un tiempo determinado. Asimismo, los contextos de espera son situaciones que las grandes empresas intentan resolver mejor.
Por ejemplo, si bien es casi imposible evitar los tiempos de espera en las tiendas, hay formas de hacer que esa experiencia sea más cómoda. Las chocolatinas, los chicles o las revistas en las estanterías de los espacios de cola para pagar son, además de reclamaciones, una forma de distracción.
Si algo queremos cuando hacemos cola en un establecimiento o sala de espera es que se respete el turno y que dicha espera sea justa.
Esperar puede darnos sentimientos de frustración y ansiedad.
Hacer cola: la psicología detrás de la espera
Si hay algo que los niños deben aprender desde muy pequeños es a hacer cola y esperar.. En Infantil y Primaria tratamos de acostumbrarlos a este tipo de dinámicas básicas para organizar desde la entrada a clase, como el patio o el comedor escolar. La psicología de la espera requiere que el ser humano aprenda dos tareas básicas: controlar las emociones y los impulsos.
Decimos esto por un fenómeno común que ocurre en esos contextos de espera forzada. Estudios, como los realizados en la Universidad de Bath, por ejemplo, nos hablan de la «rabia de cola». Es aquel fenómeno en el que pueden darse a partir de insultos, empujones y conductas mal adaptadas. Todos lo hemos visto antes.
Basta que alguien perciba una injusticia (una persona que se salta su turno) para que aparezca el conflicto. Las empresas y comercios son conscientes de este tipo de riesgos y, por ello, se han comenzado a tomar medidas, como colas rápidas para quienes llevan pocos productos.
David H. Maister, ex profesor de la Escuela de Negocios de Harvard y experto en prácticas de gestión empresarial, ha estudiado durante mucho tiempo el campo de la psicología de la espera. Las aportaciones que nos ofrece en este ámbito son tan interesantes como reveladoras. Los analizamos.
El hecho de que nos den el menú cuando nos sentamos en un restaurante ya es un mecanismo para que a nosotros, como clientes, nos resulte más fácil no percibir de forma negativa la demora hasta que nos sirven.
1. Si consigues mantenerte ocupado, te desesperarás menos
¿Cuánto tiempo puedes hacer cola? Es posible que estés acostumbrado a estas situaciones y ya tengas algún recurso. Porque, en efecto, si conseguimos distraer el cerebro, el tiempo de espera parecerá más corto.
Hoy en día, los teléfonos móviles son ese excelente medio de entretenimiento para ahorrar paciencia.
2. La incertidumbre y la ansiedad empeoran la experiencia de la espera
Si hay un contexto en el que la espera puede resultar angustiosa es en los centros médicos. Hay escenarios en los que hacer cola puede ser agotador y, por lo tanto, también debemos saber cómo manejar estas situaciones. Caminar, leer o practicar la respiración profunda nos puede ayudar.
Sin embargo, no podemos ignorar un hecho. A veces las esperas en hospitales o salas de emergencia son tan largas que algunas personas pueden provocar reacciones violentas.
3. Espera injusta y espera justa
Si llevamos dos horas haciendo cola y aparece alguien que se salta el turno y es atendido al instante surge la indignación y el enfado. Porque Si hay algo que queremos es que toda espera sea justa. Si esto no se cumple y el trato es discriminatorio, nuestras emociones de valencia negativa se intensificarán.
4. Colas y anticipación positiva
¿Quién no ha hecho cola de madrugada durante horas y horas para asistir a un evento? ¿Quién no ha esperado en una cola de kilómetros esperando la apertura de un establecimiento para comprar ese artículo soñado? Por cierto, el tiempo es relativo y cuando anticipamos un refuerzo positivo, la espera no importa, pero es parte de ese emocionante proceso.
Las colas serán menos frustrantes si salimos de rebajas que cuando hacemos la compra semanal.
5. Si el servicio es valioso, seguiremos haciendo cola
¿Quién no está dispuesto a esperar varias horas si el médico que nos va a atender es el que nos ha recomendado por su profesionalidad? Por cierto, si el servicio es de calidad seguiremos haciendo cola sin dejarnos llevar por la frustración. El cerebro entiende que es el costo ineludible de lograr un beneficio, por lo que lo racionaliza y el malestar se atenúa.
Para concluir, quien piense que este tema es algo vacío, se equivoca. Saber gestionar la experiencia de esperas, turnos y colas es una habilidad imprescindible para vivir en sociedad. Esta práctica forzada dice mucho sobre nuestra gestión emocional, la contención de los impulsos y el respeto por los demás.
Aunque esto no impide, sin duda, que esta experiencia no siempre sea la más molesta.
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