El dinero, como símbolo de estatus, sitúa a las personas en situaciones más o menos privilegiadas. Y esta posición puede influir en actitudes como la empatía, la solidaridad y el respeto. Ver por qué.
Escrito y verificado por el psicólogo. Elena Sanz.
Última actualización: 18 de enero de 2023
La desigualdad social está creciendo. El porcentaje de población en riesgo de pobreza ha aumentado en los últimos años, mientras que el 10% de las personas acumula más del 70% de la riqueza global. Estar de un lado u otro de la moneda afecta la salud, la calidad de vida y las oportunidades. Incluso puede cambiar nuestra personalidad. Si quieres saber más sobre cómo nos afecta tener dinero, te invitamos a seguir leyendo.
Y es que, muchas veces, al observar a una persona rica y otra que no lo es, podemos ver diferencias significativas entre ellas. Su actitud, su comportamiento, su visión de la vida y, sobre todo, de la desigualdad difieren de manera importante. De alguna manera, parece que el estatus que proporciona el dinero modifica no solo las oportunidades materiales, sino también los procesos psicológicosy así lo corroboran diversos estudios al respecto.
Tener dinero fomenta la falta de empatía y dominación, así como la insensibilidad hacia las desigualdades.
¿Cómo afecta el tener dinero a nuestra actitud?
Algunos de los hallazgos más relevantes surgen de una serie de investigaciones realizadas en la Universidad de California. En el experimento Monopoly, se pidió a varios pares de voluntarios que jugaran un juego de este famoso juego mientras los investigadores observaban sus comportamientos.
La clave está en que, desde un principio, se establecieron condiciones desiguales e injustas entre ambos. Al azar, a uno de los jugadores se le asignaba una serie de ventajas y privilegios, como lanzar los dados dos veces, comenzar con el doble de dinero y obtener más en cada victoria.
Cabría esperar que, en esta situación, el jugador privilegiado se sintiera incómodo y buscara, de algún modo, favorecer al otro para encontrar un cierto equilibrio (sabiendo que su ventaja era completamente aleatoria). Sin embargo, sucedió todo lo contrario. Los jugadores beneficiados comenzaron a ser dominantes, irrespetuosos y poco empáticos unos minutos después del inicio del partido.
Comenzaron a emitir más señales de dominio y fuerza a través de sus actitudes y lenguaje corporal. Por ejemplo, harían alarde de su riqueza, golpearían sus piezas con fuerza contra el tablero y tomarían un porcentaje más alto de la comida que quedaba en la mesa para ambos. Además, comenzaron a ser irrespetuosos y arrogantes con sus oponentes.
Sin embargo, lo que más sorprendió a los investigadores fue que, al final del juego y al ser preguntados por su victoria, los ganadores se llevaron todo el crédito. Destacaron su perspicacia, su estrategia y su buen hacer, e ignoraron la clara ventaja que tenían.
Tener dinero nos adormece ante la desigualdad
Los resultados anteriores dejaron en claro que las personas con dinero a menudo pueden considerarse más merecedoras de él que las que no lo tienen. Al instalarse en esa supuesta meritocracia, se vuelven más insensibles a las desigualdades social.
Un estudio encontró que atribuir la pobreza a factores situacionales (es decir, considerando la desventaja en la que se encuentran estas personas) nos hace menos tolerantes con la desigualdad y más proclives a buscar el equilibrio social.
Otro estudio incluso buscó reforzar esta conciencia de desventaja en los participantes, ayudándolos a reforzar esas atribuciones situacionales a través de varios ejercicios. Después de esto, se redujo su apoyo a la desigualdad en el corto y largo plazo.
Influye en la nutrición y la salud.
Otra de las formas en que nos afecta tener dinero está relacionada con la salud física. Y es que se ha comprobado que el estatus social podría estar relacionado con una mayor ingesta y, por tanto, un mayor peso.
En la misma dinámica del Monopoly, luego de finalizar el juego, se ofreció a los participantes un almuerzo buffet. Se encontró que aquellos que habían perdido consumieron significativamente más calorías que los ganadores. Y esto parece estar mediado por un mayor estrés y una disminución del sentimiento de orgullo y poder, derivado de su pobre desempeño en el juego.
Traduciendo esto a la vida real, y si la mayor ingesta se da a diario, esto explicaría por qué suele haber más sobrepeso en los estratos sociales más bajos.
Aumenta el comportamiento poco ético.
Sumado a todo lo anterior, tener dinero parece tener una influencia negativa en nuestras actitudes y comportamientos éticos, disminuyéndolos significativamente.
La investigación ha encontrado que las personas más ricas es más probable que mientan en las negociaciones, hagan trampa para obtener ganancias y tomen decisiones poco éticas. También es más probable que infrinjan la ley mientras conducen.
Tener más dinero está relacionado con la corrupción y el comportamiento poco ético.
Seamos conscientes de cómo nos afecta tener dinero
Si bien los hallazgos anteriores no son determinantes y no es posible generalizar, deben incitarnos a reflexionar: muchas veces no somos conscientes de la situación de desventaja o vulnerabilidad en la que se encuentran algunas personas.
No hace falta ser millonarios para ser víctimas de este sesgo de considerar que merecemos todo lo que tenemos, siendo algo insensibles con los que menos tienen. Como hemos visto, reflexionando sobre ello es posible corregir esta tendencia cognitiva y tomar mayor conciencia de la injusticia y la desigualdad. Por eso, tratemos de ser empáticos y no perder de vista los privilegios que podamos tener.
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