Accesorios de personalidad: objetos que nos definen

 

Hay objetos con un gran valor para nosotros. Definen nuestra personalidad, nuestros valores, e incluso son capaces de tejer un hilo con nuestro pasado. Más allá del móvil, hay prendas de vestir, joyas o relojes que pueden llegar a tener una gran carga emocional.

 

Última actualización: 16 marzo, 2022

Los complementos de personalidad son aquellos elementos que constituyen una extensión de nosotros mismos. Así como de niños teníamos nuestros juguetes fetiche, como ese osito de peluche que siempre nos acompañaba, es interesante saber que en la edad adulta, esto tiende a repetirse. Es suficiente inspeccionar lo que llevamos con nosotros en este momento.

La ropa define nuestro propio estilo y nuestra forma de ser. Llevamos joyas, relojes… Y, por supuesto, en este presente todos llevamos con nosotros ese objeto venerado: el teléfono móvil. El sociólogo canadiense Erving Goffman explicó que las personas necesitamos accesorios que favorezcan nuestra autopresentación.

Los dispositivos electrónicos ahora son símbolos y expresiones de nosotros mismos. No sólo contienen parte de nuestra vida. No solo los usamos para movernos por el mundo, interactuar y trabajar. También definen nuestro estado, valores y universo emocional.

Todos estamos más cerca de ciertos objetos que tienen un significado simbólico muy especial para nosotros.

Accesorios de personalidad: ¿qué son y qué representan?

Las personas acumulamos una gran cantidad de objetos a lo largo de nuestra vida. La mayoría cumplen su función y pasan desapercibidos por nuestro hogar, por nuestros espacios personales, hasta que son desechados y reemplazados. Muchos están jubilados, pero algunos de ellos pueden formar parte de nuestra vida de forma permanente y casi ad eternum.

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Tanto es así que, en ocasiones, incluso pasan de una generación a otra, adquiriendo así una impronta emocional de gran importancia. El objeto adquiere de pronto esencia, y esta esencia viene dada por la identidad que le da su poseedor. Los complementos con personalidad son aquellos artículos que proyectan parte de lo que somos, nuestra historia, recuerdos, gustos y deseos.

El ser humano necesita esos complementos y ese vínculo con lo inerte, con lo que no tiene vida. Cumplen una función instrumental y también simbólica, y esto es algo que se inicia en la infancia. Los juguetes son nuestros primeros objetos socioemocionales. Es más, Incluso se ha descubierto que los neandertales ya creaban joyas hace más de 130.000 años.

También tenían la necesidad de crear adornos, piezas que seguramente también eran el complemento de la personalidad de alguien.

Como nos dice la ciencia, las personas adquieren y abandonan objetos sistemáticamente a medida que varía nuestra personalidad o la presión del grupo.

Buscamos artículos que nos generen recompensas

El sociólogo Erving Goffman señaló en su libro The Presentation of Self in Everyday Life (1959) que los objetos revelan información sobre sujetos sociales; es decir, de nosotros mismos. Definen nuestro estilo de vida, nuestros valores y nuestra perspectiva del mundo. Quien opta por comprar un cepillo de dientes de bambú y no uno de plástico revela, por ejemplo, su compromiso con el planeta.

Los complementos de personalidad también nos otorgan una serie de recompensas. No solo nos son útiles instrumentalmente, también tienen una connotación emocional y social. Volvamos al móvil para entender esto último.

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Ciertas marcas y modelos de teléfonos pueden darnos un cierto estatus. Además, nos otorgan innumerables beneficios, al igual que lo puede hacer una computadora, o incluso un automóvil. Cuantas más recompensas o refuerzos positivos nos aporta ese objeto, mayor es el vínculo que establecemos con él.

Sin embargo, y aquí viene el dato curioso, hoy en día la gente adquiere y desecha estos artículos de forma habitual. La necesidad de consumir, la presión de la moda y la obsolescencia programada hacen que nuestros complementos de personalidad se renueven constantemente.

Complementos de personalidad, nuestras máscaras sociales

La Universidad de Stanford publicó un artículo en 2020 sobre accesorios de personalidad. Algo interesante que se destacó en este trabajo es cómo ciertos objetos tienen un significado simbólico previo que acaba condicionando la percepción que tenemos de nosotros mismos. De alguna manera, ciertos artículos actúan como máscaras sociales.

Pensemos en nuestra ropa. Basta con llevar una chaqueta de cierto estilo para proyectar una imagen a los demás. Las personas necesitamos esas mascarillas, esa ropa, esos móviles, coches, joyas o relojes para complementarnos.. Y esto también puede cambiar con el tiempo según las tendencias y las propias necesidades.

Las personas con un trastorno de acumulación no pueden soltar objetos porque se sienten parte de sí mismos.

El apego emocional a ciertos objetos, nuestras posesiones más preciadas

Hay complementos de personalidad que no tiramos, que no renovamos y de los que no nos separamos. Algunos de ellos nos han sido legados por familiares. Otros llegaron a nuestras vidas por casualidad y cuentan una historia, son parte de nosotros. Hay objetos con los que construimos un vínculo afectivo permanente.

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Por muy desgastados o viejos que sean, esos objetos de ayer llenan nuestro presente y nos recuerdan quiénes somos o de dónde venimos. Y que esto sea así es bueno y enriquecedor. Al fin y al cabo, las personas son historias y es habitual que en este relato existencial nos acompañen libros, zapatos, relojes, muñecas y hasta frascos de perfume que dejaron de oler hace mucho tiempo.

Lo problemático es la incapacidad de desechar lo que no es útil ni tiene un componente emocional para nosotros.. Un ejemplo de ello son las personas con trastorno por acaparamiento, que son incapaces de desprenderse de sus bienes, independientemente de su valor real.

A veces, nuestros accesorios se convierten en nuestro peor enemigo: anhelamos poseerlos y otras veces, tenemos miedo de abandonarlos…

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