5 estrategias simples para recordar mejor lo que lees, según la ciencia

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Los lectores saben que la memoria es frágil. Puede que hayamos leído un libro y al cabo de unos meses nos hayamos olvidado por completo de su argumento. Por eso en este artículo queremos compartir contigo algunas estrategias que te ayudarán a recordar mejor lo que lees.

Última actualización: 07 agosto, 2022

¿Necesitas recordar lo que lees o mejorar tu capacidad de retención para contestar un examen? ¿Te gustaría entrenar tu cerebro para poder almacenar en la memoria más elementos de lo que lees? Siempre estamos a tiempo de mejorar esta competición. Y más ahora, cuando el mundo digital, mucho más rápido, fluido y dominado por las imágenes, está mermando muchas de nuestras habilidades.

Un ejemplo, la neurocientífica Maryanne Wolf, autora de libros como Reader, vuelve a casa: Cómo la lectura en pantallas afecta a nuestro cerebro (2020), nos advierte de un hecho relevante. Los dispositivos electrónicos están reduciendo nuestra capacidad de concentración. Esto puede ser especialmente grave para los niños que aún están desarrollando sus habilidades de alfabetización.

Sin embargo, los adultos, los que hemos sido grandes lectores durante décadas, también podemos vernos afectados. De hecho, algo que la Dra. Wolf está viendo en su práctica clínica es cómo muchas personas retienen cada vez menos información cuando leen.

Nos hemos acostumbrado tanto a la información inmediata, esa que cambia de un segundo a otro, que el cerebro tiene serios problemas para almacenar en la memoria lo que lee. Por lo tanto, los consejos que enumeraremos a continuación no están destinados solo a estudiantes.

En un mundo dominado por lo digital, las pantallas y la información que fluye a la velocidad de la luz, es fundamental que recuperemos los hábitos básicos de lectura. Nuestra memoria y bienestar psicológico lo agradecerán.

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Solo cuando logremos una concentración profunda, podremos mejorar la memoria de lo que vamos a leer.

Claves para recordar lo que lees

Hace unos 5.000 años, el cerebro humano hizo un gran avance. Fuimos capaces de interpretar símbolos, de darles significados y sonidos articulados: nació la lectura. Los sumerios dejaron su evidencia de escritura cuneiforme en sus tablillas. Los egipcios nos legaron El Libro de los Muertos y La Historia de Sinué, como ejemplos de aquellos primeros ejemplos de este arte.

Hoy leemos libros sobre dispositivos electrónicos sin necesidad de tenerlos en papel. Y a pesar de los cambios cuando el cerebro lee, sigue haciendo más que descifrar símbolos: aprendemos, empatizamos con otras personas y nos sentimos más libres, más sabios y hasta más felices.

Nada es tan enriquecedor como despertar a otras miradas, actualizar la información que tenemos y adquirir un sentido más crítico de la realidad. Aunque claro, todos estos procesos solo serán posibles si recordamos lo que leemos. Si no consolidamos la información leída, no hay aprendizaje y no cuestionamos ninguna de nuestras ideas preconcebidas.

Es necesario proporcionar las condiciones adecuadas para recordar lo que se lee. Ahora veamos esas llaves.

Para recordar lo que lees, evita distracciones como las notificaciones del teléfono móvil.

1. Mejor en papel que digital

Es cierto, muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a leer en la tableta o en dispositivos creados para tal fin. Sin embargo, Si de verdad queremos optimizar la memoria de lo que leemos, mejor optar por el clásico: el papel.

Así lo demuestra un estudio de investigación realizado por el profesor Ziming Liu, de la Universidad Estatal de San José, en California. También, con el formato físico, el cerebro procesa mejor la información y siempre nos será más útil realizar subrayados y anotaciones al margen.

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2. El ambiente donde lees es importante: deshazte de las distracciones

Podemos leer en el metro, en la playa e incluso cuando esperamos una cita en un centro médico. Sin embargo, si no eres un lector entrenado capaz de concentrarte incluso en medio de un concierto, para optimizar los procesos de atención y memoria, debes elegir bien el entorno donde vas a leer.

Se recomienda que sea un espacio con buena iluminación, donde pueda sentarse cómodamente y donde haya la menor cantidad de distracciones posible. Es decir, es mejor que estés en soledad, rodeado de una decoración ordenada y poco recargada.

También es importante que mantengas tu teléfono móvil alejado o silencias las notificaciones.

3. Sin prisas, mejor una lectura pausada

Nos hemos acostumbrado a leer de forma rápida, apresurada y superficial. Lo hacemos porque, como bien hemos señalado, el mundo digital y las redes sociales nos han desacostumbrado.

Si recibimos una noticia, casi siempre nos quedamos con el titular. Nuestros mensajes nunca son excesivamente largos y, lo que es más importante, los leemos rápido para responder de la misma manera.

La inmediatez domina nuestras vidas y ha hecho que nuestro cerebro procese la información a la velocidad de la luz. De ahí los errores y fallos de memoria. Es necesario que practiquemos una lectura lenta, profunda y sin prisas. Si nos cuesta conseguirlo, sigamos este consejo:

  • Antes de comenzar a leer, practiquemos la respiración profunda durante 5 minutos. Basta con hacer una inspiración sostenida en el diafragma, retenerla y luego exhalar. Vamos a repetirlo varias veces.
  • A continuación, aclaremos nuestras mentes. Visualicemos una habitación en la que retiramos todos los muebles hasta que quede vacío. Vacío de preocupaciones y pensamientos intrusivos.
  • Una vez que el cuerpo y la mente estén relajados, busquemos una posición cómoda y comencemos a leer.

4. La importancia de las anotaciones para recordar lo que lees

Los hay que subrayan, los que escriben al margen y hasta los que dibujan. Pues la verdad es que para recordar lo que lees te será muy útil tomar apuntes. Pero cuidado. No se trata de transcribir literalmente lo que ya está en el libro.

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Lo que debemos hacer es, una vez que entendemos una idea, un párrafo o un capítulo, trata de escribir un resumen o apunta lo que lees a nuestra manera. Debemos hacerlo con nuestras propias palabras. Además, una forma de consolidar lo que leemos es a través de comentarios escritos a mano. Podemos relacionarlo con lo que ya sabemos, con lo que pensamos, con nuestra experiencia o aprendizaje previo…

El objetivo final de la lectura nunca debe ser la memorización exacta. No somos máquinas. Lo que leemos debe invitarnos a reflexionar, inspirarnos o desarrollar una visión crítica de lo que leemos.

Leer en un libro de papel, en lugar de una versión digital, hace que sea más fácil de recordar.

5. Reflexiona sobre lo que lees y discútelo con alguien

Si lo que lees no te invita a desarrollar una opinión, una emoción o una reflexión, de nada sirve esa lectura. La memoria profunda se activa, sobre todo, al darle sentido y, para ello, debemos reflexionar, mirar en perspectiva lo que hemos leído, valorarlo e incluso comentarlo.

Todos estos procesos, como venimos señalando, requieren tiempo. Y tiempo es lo que parece que nos falta hoy. Sin embargo, debemos tener en cuenta que un cerebro acelerado deja, tarde o temprano, de ser efectivo. La lectura requiere paciencia, disfrute, concentración, contacto con el papel y también conexión social.

Pocas cosas son tan enriquecedoras como comentar con alguien un artículo, un libro que nos ha gustado, o más aún, estudiar en compañía si lo que tenemos por delante es un examen. Comentar, dar opiniones, hacernos preguntas y reflexionar son combustibles para nuestra mente. Pongámoslo en práctica.

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Gracias por leer ojodesabio.com. ¡Hasta pronto!

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